🎧 Escucha el Mensaje en la voz de La Jardinera
Mis queridas Semillas,
¡Dios mío cuánto os amo! Y quiero compartir este mensaje que es una historia muy bonita que nos puede pasar a todos, o que nos ha pasado, o ha pasado a alguien en nuestras familias, familiares o amigos.
Había un padre que tenía dos hijos, para ese padre sus hijos eran su orgullo. Estaba muy contento de ellos y eran buenos, venían a verlo, venían a ayudarle a trabajar (era ya muy mayor). Uno miraba si tenía todas sus provisiones, el otro la leña para calentarse o llevarlo a algún sitio.
Pero uno de los dos hijos siempre lo miraba más que el otro, y el padre viendo que lo observaban pensó: Estoy muy cerca de la muerte, ya me queda muy poco tiempo, muy poco tiempo. Si me pasara algo... con las propiedades, la casa, los bienes, el dinero en el banco. Tengo que hacer las cosas como Dios manda y la ley ¡es la ley! Entonces dijo: voy a coger una cita con el notario y voy a hacer el testamento. Y fue al notario.
Le dijo al notario:
De todos mis bienes, el dinero que he ahorrado toda mi vida y todas mis posesiones, voy a dejar el 80% para mi hijo Tomás. Es el bondadoso, es el obediente, es el más bueno, el que más pendiente esta de las cosas, de lo que falta, de lo que se necesita. Y el 20% se lo dejaré a Pablo, porque él está siempre más ausente y solo viene cuando necesita dinero, cuando necesita un favor. Es el interés que lo mueve y nunca está aquí cuando más necesidad tengo.
Así que he pensado bien, he reflexionado mucho y para mi hijo el bondadoso le dejo 80% y para aquel que está interesado el 20%. De mis dos hijos hay uno que es bueno y el otro es hipócrita y falso, así que creo que he hecho bien las cosas. El notario escribió lo que le dijo y conociéndolo a ese señor, un señor recto, honesto, muy trabajador, le dijo:
Así que se fue sereno y tranquilo.
Llegando a casa les dijo a sus hijos. No os preocupéis que no tendréis que pagar hacienda, ni tendréis ningún gasto, lo he dejado todo listo, he ido al notario y he dejado escrito, incluso todo aquello que queráis, también os lo podéis repartir.
El hijo bondadoso le dijo:
“¡Padre! Te imploro que no hables de estas cosas, pues somos tus hijos y es nuestro deber ayudarte porque cuando éramos pequeños nos dabas de comer. Así que ahora somos nosotros que tenemos que cuidar de ti.”
El otro le dijo:
“Padre, si me necesitas llámame porque tengo que irme, tengo una reunión.”
El padre le contesto: “si hijo, te llamare.”
Y así fue.
Tardaron muy pocos días, y tal como lo había pensado el anciano, murió.
Lo encontraron dormido, ese sueño tan hermoso que nos da miedo. Ese sueño que se llama el sueño feliz, porque por fin el cuerpo reposa en paz, no sufre y el alma esta alegre, ligera y puede ir a la Luz.
Ese Ser Divino va a la Luz, de donde viene.
El padre tenía una sonrisa.
El hijo mayor vino corriendo al saberlo y fue a ver los papeles porque les había dicho que había estado en el notario y la herencia ya estaba escrita.
Entonces vio que el 80% era para su hermano ¡y él solamente tenía el 20%! y dijo: no es justo.
Así que cogió un tarro que había, donde su padre guardaba la grasa y hacía la comida.
Era muy típico, las personas mayores hacían la cocina con grasa, la manteca - se llama manteca, perdonarme mis semillas hermosas, manteca. -
¡Y se cayó! Cosas del destino, y se borró el nombre, entonces el cambio y puso: el 80% a su nombre y el 20% a su hermano.
Así que cuando enterraron al padre, el notario los llamo. Llevaron los papeles y el notario los leyó y el notario sabía muy bien pero claro, el papel estaba claro, estaba el nombre del avaricioso, del superficial, del hipócrita y falso. Y del otro pues claro, era el 20% y dijo el notario, “muy bien, dejarme aquí los papeles que tengo que escribirlos, los presentaré y cuando estén hechos, ya lo tendréis.”
Y en esos días, hicieron la novena. Se suele hacer cuando alguien va a la Luz.
Y fueron al cementerio a decir unas palabras a ese buen nombre. Y encima de la tumba estaban los dos hijos, bueno estaban al lado de la tumba, los dos hijos.
Y vio que uno de ellos estaba llorando, pero en silencio, no le había dicho nada al notario, no se había relevado, no le había dicho nada ni del 20% ni nada, pero se puso a llorar con su corazón.
Y el notario y los asistentes que estaban allí, vieron que esas lagrimas que caían sobre la tumba se convertían en pétalos de rosa. Tenía los ojos tan llenos de lágrima, el corazón tan adolorido que no se daba cuenta.
Entonces el otro hermano, que estaba esperando su 80%, viendo esos pétalos de rosa se puso a llorar. Y empezó a llorar, a hacer un show. Empezó a gritar a llorar, a decir palabras:
“Yo lo amaba! ¡Yo lo quería! ¡Yo hice tantas cosas por él! Hasta buscarle un trabajo de camarero. ¡Hasta pagarle un viaje! Y hasta para su cumpleaños, sus amigos, había uno que me empujaba para que todos se rieran, ¿cómo es posible?"
Entonces se puso a llorar, y el hermano malo, malo, malísimo al llorar caían, cada lágrima se convertía en piedras. Se iban convirtiendo en piedras.
Cuando el notario vio, entonces comprendió que había habido un fraude en los papeles. Y vio quien era el que tenía 80% y el que tenía 20. Así que, a partir de ese día, se repartió la herencia.
¡El bondadoso recibió todo! Y el otro por falsedad, por mentiroso, por falsos testimonios, no tuvo nada.
Mis queridas semillas a todos nos gusta el dinero, todos tenemos interés. El que diga que no tiene ambiciones, que no es interesado y que no le gusta el dinero: miente.
Pero tiene que gustarnos el dinero, sí, ser interesados también, ¿ambiciosos? ¡También! Nunca lo he negado, pero que sea como ese hermano del 80%, que sea como ese hermano.
Si no es en una herencia porque vuestros padres no tengan o vuestra familia no tenga herencia. En el mundo siempre hay una oportunidad.
Hay jóvenes que tienen una empresa: hotel, restaurante, agencias de viaje, hostal.
¡Siempre hay una oportunidad en la vida! Que se os ponen en las manos, solo hay que comprender:
Si la queréis, y multiplicar para ayudar a otros, o si solamente queréis vivir de ella, de vuestras empresas. Allí está la diferencia.
El hermano bueno no quería vivir de lo que tenía su padre, sino al contrario, que su padre fuera feliz. Y el otro en dos días lapidar lo que le hubiera dado el padre.
Así que mis estrellas si tenéis algo, vivirlo, disfrutarlo vosotros. Padres, disfrutar mientras estáis en vida lo que tenéis, porque vuestros hijos, ya lo tendrán.
Tendrán que espabilar para hacerse ellos mismos lo que vosotros con tanto sudor y tanto trabajo tenéis, ellos lo han tenido con facilidad. Así que disfrutar y cada quien, aunque sea de una simple manzana, naranja, mandarina, de un paseo, de ir a recoger flores ahora que son fiestas.
Adornar vuestra casa, pensar que es un día para los niños, pero que también los mayores lo preparamos con amor.
¡Ir a buscar flores! ¡A vosotros que estáis en esos países donde las flores están a millones! ¡Y esa belleza tan grande y la fruta! ¡Adornarla! Arreglarlo y ofrecerlo al Universo, al Maestro de Tiberiades, que va a nacer, ¡claro está! ¡Cada año!
Como este año que será doble, ¡múltiple!
Nosotros aquí son ramas de otoño, de colores: ocre, marrón, doradas, y el piricanta, color rojo. Tenemos también unas flores amarillas, si os digo el nombre, aquí no gustan, pero se llaman crisantemos, pero como son amarillos representan el sol. Y estamos adornando la Rosa de Pyrenees, ¡tooda amarilla!
Y una de las semillas, nos mandó lleno de macetas de bruyère, brezo, se llama bruyère en francés, pero en español, el brezo, que son moradas. Entonces el amarillo y el morado es el compuesto perfecto, esos dos colores siempre se casan muy bien. El de la espiritualidad: el morado y el amarillo el de la luz, el del sol. Esa luz que llevamos dentro. Son los colores de David, él se reconocerá.
Así que preparar con mucha alegría ¡y anticipación! Y no os dejéis entristecer por este pasaje que llaman confinamiento, que llaman Covid, que llaman como quieran! ¡No! ¡Nosotros vivimos con alegría!
Con mucha Fe y Esperanza. Esto solamente ha sido un recuerdo, una gran limpieza, Saturno y Júpiter, que limpia.
Ya todos aquellos que se tuvieron que ir sin maleta porque los familiares no pudieron ir a llevársela, ni a darles el último beso, caricia, o el último adiós, es que era mejor así. Porque los Ángeles no necesitan lágrimas, porque los Ángeles no quieren que lloren, porque si las alas se mojan no pueden volar.
Con todo mi Amor,
La Jardinera.