🎧 Escucha el Mensaje en la voz de La Jardinera
Mis queridas semillas,
Hoy es un día maravilloso, estaba mirando el río, el Aude, de nuestra casa Rose des Pyrénées y el agua es tan cristalina, tan pura, que veía las truchas, a propósito, las truchas aquí hay de salmón, pero la primera es el arcoíris. Mirar qué casualidad, este río, lago, no sé como lo llamaréis, el río del Aude, da la vida a truchas llamadas arcoíris porque sus escamas son de todos los colores del arcoíris. Así que se ven transparentes y muy bonitas.
Y contemplando, he visto que la venida de la Rose des Pyrénées, está que explota de rosas de todos los colores. Doradas, rosas, blancas, rositas, azules, de todos los colores. Es una maravilla. Y sentándome cerquita del río, habían dos personajes muy interesantes. Una rana y un ratoncito, esos ratoncitos de campo.
Los ratoncitos de campo, ya os he hablado alguna vez, se reconocen porque tienen las orejitas redondas y la colita pequeña. Hay una diferencia con la rata, digamos, de los ríos. Este es un ratoncito del campo. La rana, es como todas las ranas… ¡Croa, croa, croa! Que cantan por la noche. Y estaban muy cerquita la rana del ratón. Se miraron los dos y la rana que es muy simpática, estaba cantando y feliz y dijo:
Voy a gastarle una broma al ratoncito, me voy a reír de él. Es lo que siempre hacía la rana con todos. Y le dijo: - ¡Hola ratoncito! Le contestó él: -Hola ranita. - ¿Qué tal? - ¡Bien! ¿Quieres que juguemos? Y el ratón le dijo: ¡Siii! Claro que sí.
- Bueno pues mira, ven, vamos a hacer un juego muy bonito, para que estemos siempre juntos y podamos ser amigos inseparables, nos vamos a atar una cuerda en cada patita. La rana cogió una cuerda y ató la pata del ratón y después de la misma cuerda, se la ató en su anca, su patita trasera y saltaron y jugaban. ¡Estaban la mar de felices! Subían al tercer piso, bajaban, iban a la descutaire, venían. ¡Huy! Bueno, lo que hacían, de todo, de todo, de todo.
Y de momento dijo la rana: -Oye, ratoncito, ¿No tienes apetito? Y él le dijo: -¡Siii! -Ven, ¡Vamos a comer! Mira ese campo de trigo, antes de que lo corten, vamos a hacer un festín, y el ratoncito saltó de alegría porque era su comida preferida. Se fue corriendo, corriendo y empezó a comer y a comer y la ranita también. Empezó a encontrar caracolillos, caracoles, unos bichitos e iban por allí corriendo, saltando, los dos, inseparables. Comieron tanto que ya estaban satisfechos y empezaron a jugar, pero como el trigo ya era alto, no se veían.
Y dijo la rana: mira vamos a acercarnos al estanque de esta poza tan grande, que va al rio y asi podremos contemplar cómo pasa el agua corriendo y que bonita es. Y el ratoncillo dijo: ¡Vamos! ¡Vamos! Y entonces la rana pegó un salto y entró dentro del agua y al entrar era la más feliz del mundo porque es su elemento. Empezó a nadar, a saltar.
¡Pero el ratoncito no sabía nadar! Y al entrar en el agua empezó a decir: “¡Socorro!” Pero no la oía la rana porque estaba tan feliz, tan feliz que continuaba a nadar debajo del agua, a saltar. Era como si una compañera tuya hubiera cogido el avión y se fuera a su país, lejos, lejos, lejos, ¡Así estaba la rana de contenta! Porque por fin estaba en su ambiente y solita. Pero el ratoncito salía y entraba, hasta que se llenó de agua, no pudo respirar y murió.
Al morir su cuerpo flotó y estaba encima del agua flotando, en ese momento pasó un águila y dijo: -¡Huy! Que suerte tengo, ya voy a comer, tengo la comida lista.
Pasó volando, al ras del agua y cogió el ratoncillo que estaba muerto y se lo comió. Pero que suerte tuvo, dijo el águila: -Caramba, hoy es el día de mi suerte. ¿Qué es esto que cuelga aquí? Y vió que había una rana y dice: -Pues, he comido mi plato principal y ahora tengo el postre y se comió a la rana, porque no se habían desatado.
Quería decir con estas palabras que nunca hay que ser cruel con los otros, nunca hay que vengarse, nunca hay que manipular ni a los padres, ni al maestro de escuela, ni a los amigos ni a los hermanos, y aun menos a otras personas. No hay que tener celos ni envidias y ni reírse de los otros, no lo hagáis nunca. Porque a la rana le pasó lo que ella hizo, es decir, que le hicieron lo mismo que ella hizo con el ratoncito, se la comieron. La causa y efecto fue igual para ella como a las personas que son envidiosas, celosas, manipuladoras y que están contentas del sufrimiento de los otros.
Mis amadas semillas, aprendamos siempre a perdonar, por mucho dolor que tengáis, no manipuléis, al contrario, os puede llegar la historia de la rana. Y si os hacen daño, y os lastiman o se ríen de vosotros, tener compasión, porque el que ríe de último es el que ríe más feliz.
En esta historia no hay ni último ni primero, porque los dos terminaron en el vientre del águila y eso sucede a los humanos. Poca diferencia tenemos de los animales, como tantas veces he repetido.
Recordando que, si hay una conferencia a las 10 de la mañana decirla, pero no decir al día siguiente: lo olvidé. A un niño se le puede castigar, a un adulto no se le puede decir te olvidaste. Analizar este mensaje, ahora con la pandemia estamos más sensibles y aunque no nos demos cuenta podemos reírnos, sin querer, pero herir a otros.
Con todo mi amor,
La Jardinera.