🎧 Escucha el Mensaje en la voz de La Jardinera
Como no, tenía que ser de rosas, hay unos peces rojos, da paz, da serenidad, el agua purifica, el rincón es acogedor porque es pequeñito y las personas son hermosas, muy hermosas, tienen un alma muy grande, son ustedes de Zaragoza preciosísimos, sea donde sea donde han nacido, Zaragoza, más lejos, pero siempre preciosísimas.
Hoy vamos a compartir, mis queridas semillas, hoy vamos a compartir una historia real, ¡cómo todas!
Había una vez, muy cerca de la rosa de Pyrénées, que son las montañas de los Pirineos, un grupo de cuervos. Todos sabéis que los cuervos son negros, sus plumas son tan negras que parece que brillan como un azul muy particular, que son bellas, pero son cuervos. Ese grupo había un cuervo que era muy vanidoso, y se peleó con su compañero, y le dijo:
“eres feo, eres como todos los cuervos, negro y feo, hasta tu cantar es feo.”
Y a su compañero le dio pena, y le dijo: “soy como he nacido.”
Y dijo: “¡Bueno! Si tú te contentas, yo no.”
Entonces el cuervo, como siempre vuelan muy alto, son pájaros que viven hasta 200 años, muy longevos, y vuelan muy alto, muy alto. Se fue a dar una vuelta, no muy lejos de allí, había un parque precioso, donde estaba lleno de pavos reales, tan bonitos. Y sabéis que el pavo real cuando quiere hacer la corte a su pava real, abre su cola como un abanico, ¡de todos los colores! Parece más bonito que un arcoíris. Entonces da la vuelta de su dama, da la vuelta, da la vuelta, y empieza a cantar.
El cuervo observaba y decía: - “¡ya sé! Voy a ser un pavo real, porque todos están enamorados de ellos y todos los admiran.”
Entonces que hizo, fue detrás de los pavos reales e iba cogiendo las hojas que se les caían. Amontonó un buen paquete y se lo pegó a todo su plumaje, bien pegadito y entonces empezó a abrir su cola y claro se abrieron esas plumas, ¡y él estaba orgulloso! Y fue y se presentó en la corte de los pavos reales. Y allí se hizo el chulo, el presumido porque dijo ahora sí que tengo prestigio.
Entonces en la corte estaban tan bien que empezó el a pasearse, a pasearse y a hacer el gallito presumido, los pavos reales, lo miraron y empezaron a reír, entonces el cuervo dijo: ya está, me han aceptado porque soy como ellos, claro, ya estaba seguro que también estarían celosos de mi.
El pavo real, el más anciano miró a los otros y dijo:
“¿habéis visto ese ridículo cuervo, es espantoso, nos está haciendo sombra y encima nos imita, sabéis qué? ¿Nos ponemos de acuerdo, lo hacemos?”
Y todos dijeron: “sí.”
Comenzaron a picarle al cuervo y le arrancaron todas las plumas y le dijeron:
Estas plumas cuervo, no te pertenecen, te has apoderado de algo que no es tuyo, por eso te las quitamos, déjalas donde están. Y eres tan ridículo y tan feo que molestas a nuestra corte, no te queremos de aquí. Tu comportamiento no es honesto, empezaron a picarle a picarle, a picarle y tuvo que irse muy lejos.
Estoy herido, estoy mal. Yo no quiero volver con los otros cuervos. Pero claro estaba solo tenía hambre, y dijo “seguro que siempre tendré mi casa” y se fue a su nido con los otros cuervos. Pero los otros cuervos al verle que había hecho esa comedia aquel que le había humillado y que le dijo “que cuervo más feo eres” se acercó y le dijo: “¿Qué vienes a buscar si nos has rechazado, si has dicho que no querías vivir con nosotros que éramos feos, ahora vienes?” Entonces todos los cuervos se pusieron de acuerdo y empezaron a picarle, a picarle y se tuvo que ir. Y le dijo: “te vas y búscate tu lugar hasta que encuentres lo que quieres ser, lo que quieres buscar y dónde seas feliz. Nunca, nunca, hay que renegar de lo que somos. Entonces el cuervo bajó su cabeza y se fue.
Seamos felices con lo que tenemos y con lo que somos. ¿Si podemos ser mejor? ¡Claro que sí! ¿Si podemos encontrarlo? ¡Claro que sí! Pero siempre con esa humildad, esa generosidad y deseando que nuestros sueños se realicen.
Quería terminar la historia de la dama blanca si permitís mis semillas. Hay una señora que fue a visitar Puilaurence y había la hija del rey que la llaman la dama blanca. Estaba enamorada de un plebeyo, ella era bella, bellísima. El plebeyo la quería, la amaba pero el padre no aceptó nunca que ese matrimonio se hiciera. Entonces ella prefirió quedarse virgen que casarse con un hombre viejo, rico, poderoso. Tenía su doncella y su doncella era su amiga fiel, su fiel escudera, la que siempre reía con ella, lloraba con ella y le dijo: “Mi princesa, quiero que seáis feliz” y entonces, se acercó a la ventana más alta del castillo y se tiró.
Esa amiga era una hermana, y al tirarse se convirtió en esa dama blanca que todos los que van a visitarla la ven, porque aparece. Pero ese sacrificio valió que la dama blanca pudiese ser feliz, con el hombre que amaba, con el príncipe que amaba. Así fue tu historia, caballero templario, amigo de Jack de Moliere, por eso salió de tí ese bulto. Porque ya estás en paz contigo misma y en la luz.
Es una historia que termina bien, que finit bien, que termina bien porque el amor siempre triunfa porque la bondad siempre reina. Y porque las grandes almas siempre irán a la luz, porque de allí vienen.
Con todo mi amor,
vuestra Jardinera.