🎧 Escucha el Mensaje en la voz de La Jardinera
Mis queridas semillas,
Hoy vamos a compartir algo que hacía muchos años era una profesión. Hoy encontramos muy pocos, ya se está terminando, esta profesión se llama: zapatero. Hace años unos zapatos duraban muchísimo, los llevábamos al zapatero, nos cambiaban las suelas, después la tirita, si había un agujero le ponían un trozo de cuero, los limpiaban muy bien y siempre o a veces, a veces ponían una herradura chiquitita o bien en el talón o bien delante para que no se usara la suela del zapato, ¡Y estábamos tan contentos! Porque eran zapatos nuevos.
Hoy en día aún quedan de esos zapateros y esta historia es de un zapatero y un hombre rico. El hombre rico, vivía muy cerca del zapatero, porque en esa calle, vivía la gente muy poderosa. Y el zapatero se instaló, se podría decir casi una entrada pequeñita, pero trabajaba muy bien y siempre limpiaba los zapatos de este señor millonario. Y esta vez, el señor rico le dijo:
Quiero hacerle una pregunta; ¿Duerme bien todas las noches? ¡Huy! Dijo, ¡Cómo no! Señor, imagínese, cuando llevo aquí 10 a 12 horas diarias, limpiando los zapatos, arreglándolos, cosiéndolos, dice, y no se puede imaginar, hay mucha gente que no puede andar o que no puede tener buenos zapatos, entonces hago un buen trabajo, tengo mi conciencia tranquila y estoy rendido y duermo plácidamente. Entonces el hombre rico lo miró y bajó la cabeza.
Señor, le dijo: ¿Y usted, que tiene todo? Tiene sirviente, tiene un castillo, tiene comida, buenos zapatos, solo me los trae para limpiarlos. Tiene usted coches, tiene de todo, de todo. ¿Por qué no puede dormir? Y le dice: Justamente, porque tengo de todo. Y tengo una caja fuerte en mi casa con mucho oro, mucha plata, mucho dinero. Y no puedo dormir porque si duermo empiezo a pensar: ¿Y si llegan los ladrones? ¿Y si vienen y te lo roban? ¿Y si rompen la puerta? ¿Y si rompen la ventana? ¿Y si entran por la chimenea?
Así que paso mis días en blanco, mis noches en blanco y no puedo concentrarme, no puedo, así que no duermo y no me encuentro bien.
El zapatero dijo: No puede ser. Teniendo tanto poder y tan bien que se puede uno descansar. Yo en mi casa, cuando llego, apenas tengo tiempo de comer lo que he dejado o me hago un bocadillo o una sopa rápida porque estoy tan cansado. ¡Pero feliz!
¡Eso es lo que yo quería! Ser feliz como usted, yo quería ser feliz. Por eso vengo a preguntarle:
¿Por qué sonríe? ¿Por qué está feliz todos los días?
Cada vez que paso lo veo sonriendo y lo veo con una felicidad infinita, y le contestó:
No sé qué decirle, pues mi trabajo es el mismo, hacer placer a la gente, darles servicio, ganar el pan de cada día y poder descansar tranquilo.
Y le saludo, se fue el hombre rico y el zapatero terminó su día, cerró su pequeña tienda y una vez más se fue a su casa. Al día siguiente abrió su puerta, y ¿quién estaba delante? El hombre rico.
Y le dijo:
tenga esto es para usted
¡y le dio un cofre lleno de oro! ¡Lleno de monedas de oro! ¡Lleno, lleno!
Y dijo: ¡No! ¡Es demasiado! ¿Qué tengo que hacerle? ¿Qué tengo que arreglarle?
Y le dice: No, tengo mucho, esto se lo doy porque usted es feliz, y se contenta con tan poco que al menos podrá tener servicio, le harán la comida, le lavaran la ropa y podrá continuar si usted quiere o simplemente a no hacer nada.
Entonces el zapatero dijo: Bueno, voy a intentarlo.
Y cogió su cofre de dinero, se fue a su casa, se hizo la comida, por la primera vez comió tranquilo, con serenidad, ¡hasta se compró un postre! y llegó la ora de la cena, ceno tranquilo y se fue a descansar.
Y al día siguiente fue el hombre rico y le dijo: ¿qué tal?
Que bien comí ayer, no sabía que el dinero podría darte esta satisfacción.
¡ahh! ¡Ve usted! ¿Y ha dormido bien?
Y dijo: bueno, mañana se lo diré.
Y al día siguiente fue corriendo el hombre rico y dijo: ¡qué tal! ¿Cómo ha dormido?
No muy bien, y así pasó una semana.
Y le dijo: tiene usted las ojeras, muy profundas, ¿qué le pasa?
No puedo dormir
¿Será porque come mucho? ¿Será porque está bien servido? ¿Será porque tiene la felicidad aún más grande?
Y al día siguiente, el zapatero llega y le dice:
señor, tenga su cofre con el dinero, se lo devuelvo.
¡¿Pero, por qué?!
Dice: - ya no soy feliz
¿por qué?¿qué le ha pasado?
porque cada noche, al saber que yo tengo ese dinero, se me terminó la paz, se me termino la tranquilidad! ¡Se me terminó la armonía! porque cada noche pienso,¿vendrá alguien a robarte?¿Romperán la ventana de cristal? que no tengo rejas, ni nada que pueda protegerlo,¿entrará alguien por la puerta? pues todo el mundo sabe que mi puerta cierra mal.¿Y dónde lo escondo? si no tengo armario ni caja fuerte. Entonces no puedo dormir, de miedo que vengan a quitarlo, prefiero trabajar de zapatero, ganarme el sueldo cada día y estar tranquilo y feliz.
El hombre rico cogió el dinero, decepcionado, porque dijo: quise hacerle feliz y comprendo que el dinero no es la felicidad. Ayuda mucho al confort, te ayuda en los problemas pero no en la felicidad, ¡cuanto daría yo por la felicidad del zapatero!
Mis semillas seáis felices si tenéis mucho dinero, disfrutarlo, si os sobra, compartirlo aunque sea con una familia, con unos niños, con unas personas mayores que están solas. Llevarles un plato de comida, pero no más de lo que necesitan y si tenéis lo justo sentiros felices.
Porque cuando nos vayamos no nos lo llevaremos, ni la casa ni las joyas, ni los bienes. Solo nos iremos con esa maleta invisible que se llama alma.Y con el amor que habremos compartido y con la humildad que habremos mostrado y dado a todos los que nos conocen.Y sobre todo porque nos iremos, dejando aquí el orgullo, la prepotencia, los celos, la envidia y en una palabra el egoísmo.
Así que pensar en el zapatero que hacía felices, a todos los que le había arreglado los zapatos porque podían andar y no tener frío en los pies. Porque él honrado y honesto, y humilde tenía lo que necesitaba para cada día.
¿Qué haréis? ¿Habéis pensado alguna vez, en los nazis, en los reyes o en todos los hombres más ricos? Están enfermos, y por muy grandes que sean de títulos y de poder cuando se mueren no se lo llevan. Pero el zapatero siempre tendrá su hilo, su aguja y su betún, para dejarlos lustrosos y brillantes.
Una montaña puede ser un granito de arena, ¡Pero parecernos a nosotros el Everest! ¡No!, no confundamos por muy grande que sea podemos vencerla.
Porque la Fe es nuestro maestro que nos lo demuestra cada día.
Maestro de Tiberíades que vimos que pronto vayamos a verte.
Con todo mi amor,
Vuestra Jardinera.❤