November 07, 2021

Lección para la vida

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🎧 Escucha el Mensaje en la voz de La Jardinera

Lección para la vida

Estando en el Japón, muuucho más bajo que el monte Fuji, hay un gran monasterio y un pasillo lleno de columnas rojas. Tiene kilómetros, vive muy alto y hay que subir a pie, no sé si hay 8 000 escaleras, pero hay que subirlas a pie, no hay otra manera. Y te encuentras este paseo, avenida o camino central, lleno de columnas de madera, redondas, de madera he, redondas, rojas.

Es preciosísimo y cada columna es un empresario que la ha comprado para que le traiga suerte, que le traiga fortuna. Que tengan siempre la felicidad, pero junta con la fortuna. Otras familias muy adineradas, porque esas columnas hacen parte de ese templo y tiene que ser gente con muchiiiisimo dinero. Y la gente se pasea en el medio porque tienen que entrar por esa avenida y llegar al templo.

En la entrada de los templos taoístas siempre, siempre hay una fuente y después de esa fuente hay, en francés se dice un abreuvoir, en español, es como una pequeña sequía, una pequeñita sequía donde sale el manantial de agua. Al lado hay un cazo hecho de bambú o de madera. Pero especialmente de bambú. Ese cazo, antes de entrar al templo, lo llenas de agua y lo pasas de la mano derecha a la mano izquierda. Te lavas toda la mano y después con la otra mano te echas agua empezando por la mano hasta que llegue a los codos. Una vez te has lavado las manos puedes echarte con un cazo en las manos, el agua y lavarte de la cara si lo deseas, pero las manos es muy importante. Si es temporada que hace calor, puedes lavarte también los pies. Ellos siempre llevan calcetines de un dedo, el dedo gordo del pie, el ortei, siempre.

Una vez están purificados, dejan delicadamente ese cazo colgado en el mismo sitio que siempre está para el siguiente peregrino que llega hacer lo mismo, lavarse las manos y está prohibido beber, ni lavarse la boca, ni lavarse nada más, solo las manos, pero tiene que ser el antebrazo entero.

Después se van delante de la puerta del templo, se inclinan, dan tres palmadas para anunciar a Dios, que han llegado, que hay visita. También hay un gong, ese, ese círculo redondo de metal, colgado de una madera muy grande y un tronco, que le das fuerte, anuncia a los dioses. Cuando estas dentro, coges un paquete de 100 bastoncitos de incienso, otros 50, otras personas cogen 1 o 3, número impar es muy importante y lo ponen en un caldero muy grande que está siempre lleno de ceniza de incienso. Los enciende y es una ofrenda a los Dioses. Se inclinan de nuevo delante, si está la estatua de Buda y se inclinan de nuevo, dan las gracias, 3 veces se tienen que inclinar y se retiran.

A continuación, van a pasar por un pasillo donde hay unas cajitas con números, abren la cajita y hay un papelito, ese papelito lo leen y depende de lo que han leído, es lo que les va a suceder los días a venir. En otros templos hay siempre un monje mayor que tiene en bambú, como si fuera un jarrón lleno de palillos, estos palillos con los que comen los japoneses y los chinos y tienen un número, y el número que sacan, ese monje en el libro te lee lo que corresponde a ese número, una vez que te han leído, es para ti, puede ser lo que te va a llegar, puede ser tu avenir, siempre son cosas muy justas y muy buenas. Y en otros templos también está la costumbre un lazo de color rojo, lo atas, hay un hilo largo, bastante largo, atas ahí el lazo y le pones un papelito escrito con tus deseos y lo dejas ahí colgado y el papelito con tus deseos. El viento los va moviendo y ese viento que va moviendo los lazos con los papeles y vuestros deseos escritos, quiere decir que el viento va informando a los seres y a las entidades y a vuestros ángeles para que lean ese contenido, esos pedidos que habéis hecho y se puedan conceder.

Cada templo tiene sus costumbres, pero todos, todos, tienen esos bastoncitos o cajones que vosotros elegís, y ahí está vuestro papelito s que habéis elegido, tomáis información y es para vosotros personal. Después volvéis pasáis por esa avenida donde hay, es como un árbol, puede medir 50 metros, 30-50 metros, todo rojo y las extremidades negras, eso solamente las personas con muchísimo dinero son ofrendas que hacen, ofrendas.

Estando ese templo, siempre está cuidado por los monjes, es muy importante para ellos, tener muy cuidado los jardines y la misma montaña donde ellos viven. Primero delante de la puerta siempre tendrán un jardín zen. El Jardín zen, la mitad, depende de las medidas que tengan, pero pueden medir 100 metros, pueden medir un kilómetro, pueden medir 50, le echan arena un poco gruesa o piedrecitas pequeñas y cada día, cada día con un rastrillo de madera tienen que hacer un dibujo. Cada día, cada día, cada día, tienen que cambiar el dibujo en esa arena y tiene que tener un símbolo y tiene que tener una explicación y tiene que tener un por qué. Pero cada día un monje se dedica a peinar esa arena para que pueda darle una forma y cada día tiene que ser diferente.

A un lado hay 3 piedras, al otro lado 5 piedras y siempre tienen que haber unos arbustos, nunca árboles, arbustos. Puede ser un arbusto, pueden ser 3 o 5. Números impares, siempre números impares. Y tienen que darle la forma redonda porque todo lo que es forma redonda, es suave, es dulzura, no hay peligro. La tierra es redonda, todo tiene que estar en armonía. Tiene que haber una tortuga bastante grande de piedra y tiene que haber también, si es posible, agua con carpas koi, un puente rojo, siempre rojo, algunas tienen nenúfares, pero eso ya un poquito más alargado de este jardín zen, la tortuga y una rana, hay siempre una rana, también de piedra.

En las esquinas del jardín tienen unos faroles japoneses que son de piedra, tallados de piedra para poder dentro ponerles velas que servían antiguamente para guiar a los peregrinos, saber donde estaba el monasterio, la calle y la vigilancia. Hoy en día ya lo tienen eléctrico, pero tienen la misma forma y los mismos farolillos. La tortuga es el símbolo de la vejez, ellos llaman la longevidad, es decir que cuando tienes la tortuga, puedes estar tranquilo porque tendrás una vida longeva y feliz. Y la rana significa la abundancia y la buena suerte, siempre hay una. La encontraréis en un lugar, a veces discretamente, a veces se ve. Eso es lo más clásico en un jardín zen.

En los otros lados tenéis siempre, hay un rio, puede haber un lago, pequeño sea él y siempre el puente.

Para ellos el puente simboliza la comunión entre Dios y el hombre.

Es pasar el puente y tenéis una ciudad, Kawasaki, no me acuerdo ahora creo que es esta ciudad, lo buscare, donde están las geishas.

En el mar, en un lugar bien preciso tienen: Se llama la puerta del cielo, llega el mar y la cubre hasta la mitad y cuando hay marea baja, se pueden ver los cimientos, aquí en la Rosa des Pyrenées, también lo tenemos, antes de entrar a la piscina, es un arco rojo, el nuestro es un poquito más pálido, pero es rojo. Ese puente, o podríamos llamarle, ¿Cómo podríamos llamarle? Os mando una foto. Es justo dos pilares y encima una madera

Es el símbolo que quiere decir que, al pasarlo, paso también directamente al cielo y voy a visitar a Dios, es el significado que le dan ellos y cuando nosotros tenemos la conciencia, también lo damos.

Así que es la puerta del cielo, simboliza la puerta del cielo. Una vez que la marea está baja, siempre van los japoneses a pasar debajo porque para ellos es algo sagrado e intocable. La puerta del Cielo, o la puerta celeste.

En este monasterio un día llegó un joven porque van muchos a visitarlos, y este joven…Tenéis que saber que casi todos los japoneses, a igual que todos los países donde practican el budismo tienen que ir a hacer una estancia. Se quedan el tiempo que desean para aprender y para darlo también. Dan su tiempo, es un aprendizaje pero también dar de sí mismo.

Este joven, llegó al monasterio y le dijo al abad al rango más alto: “vengo a preguntarle cómo puedo hacer para llegar al grado espiritual más alto de todos. Al más grande y lo más rápido” El abad le dijo:

  • todos los que estamos aquí hemos empezado por el principio
  • y ¿qué es el principio,
  • Subir las escaleras,
  • sí, pero a mi me interesa la espiritualidad y tener el título más alto que se pueda

Le repitió lo mismo:

-Bueno solo hay una manera hacer como todos

- Pero, es que yo no tengo tiempo.

Y el abad le dijo:

-¿Ha tenido usted algún sacrificio?

-No ninguno

-¿No le ha costado nada? ¿Su vida?

Dice

-Qué me costaría, mis padres me alimentan, me cuidan tengo todo lo que quiero pero solo me hace falta ser espiritual y tengo que tener este título. Si no, no podré ser como los otros, y no podré presumir.

y le dijo: “bueno muy bien, si quiere hacerlo rápido se puede. Pero no son los principios” “No, no, a mi me interesa poder hacerlo rápido y tenerlo enseguida.Y dijo “muy bien”

Llamó a un monje y le dijo a su monje, “Gon Jin trae el juego de ajedrez. El monje lo miró, lo saludó, se inclinó y fue a buscar el juego de ajedrez.

Y dice: “ahora se van a sentar aquí en esta mesa (sabéis que los japoneses se ponen de rodillas y se apoyan en los talones para sentarse,) así que uno enfrente del otro, y el Abad en un lado dijo: “Monje vas a hacer una partida de ajedrez con el discípulo, y por favor trae la espada.” El monje se levantó y le puso delante una espada y dijo: “mira es muy sencillo, vas a hacer una partida, solo una partida con el monje. Quien gane, tiene ya su título, así que si tu ganas ya tienes el título y te vas con el. Pero el que pierda con esta espada, le cortaré la cabeza, sea quien sea, seas tu o el monje le cortaré la cabeza”.

El chico muy seguro de él mismo, dijo: “es fácil, yo soy rico tengo mucho prestigio, vengo de una gran familia, huy mi familia, tiene un apellido muy noble y ese apellido cuando lo pronuncian en mi país todos se inclinan o en la capital donde vivo. Todos se inclinan porque es mi prestigio y mi nombre, y he hecho todos los estudios y he viajado a 33 países. Sí.

Entonces dijo: “muy bien, pero recuerda, quien gane o quien pierda le cortaré la cabeza”.

-Muy bien.

-Pues que empiece el juego.

Y empezaron los dos, el monje y el alumno. El alumno empezó a jugar y se encontró tan feliz, porque iba haciendo iba ganando pero después el monje iba observando, observando, sin decir nada. E iba ganando, ganando, ganando. Y el alumno cuando vio que estaba perdiendo tuvo mucho miedo porque dijo: “huy si pierdo, me cortará la cabeza, pero voy a continuar”. Y entonces en un momento, hizo una maniobra que el monje se descuidó, no se dio cuenta entonces el joven empezó a ganarle, a ganarle a ganarle.

El monje empezó a sudar, y vio que su cara se estaba transformando, y se transformaba porque estaba perdiendo y sabía que si perdía le iba a cortar la cabeza, porque una promesa es una promesa. Entonces el joven, en unos de los momentos cuando lo miró se dio cuenta que no había sido honesto. Que no había hablado con sinceridad, que todo era hipocresía y falsedad. Que no le servían para nada ni los estudios, ni siquiera haber aprendido tantos idiomas, ni venir de una familia de prestigio. Entonces vio que le iban a cortar la cabeza al monje. Y de pronto la cara del alumno cambió. Y reflexiono y dijo: “no, yo no quiero que se la corten, no, no me lo puedo permitir.” Y en ese momento el monje vio donde había hecho el fallo y continuó a jugar y claro, estaba ya terminando la partida, cuando el monje ya estaba ganando. Y el alumno dijo: “Ahora sí, ya la estoy perdiendo, estoy perdiendo todo ahora me toca a mi y me cortaran la cabeza”.

Y cogió el monje, y de la mano de un puñetazo tiró el ajedrez al suelo, lo miraron y el alumno dice: “¿qué pasa, Abad, ¿qué pasa? “Ya está, ya tienes las pruebas que tenias que pasar. Tuviste compasión cuando viste que estaba perdiendo el monje, y lo sentiste y te dio pena. Quisiste continuar, pero viste también que tuviste miedo aceptaste el miedo y continuaste a jugar, porque sabias que al final ibas a perder y ya tienes ahí tu lección.”

Se levantó, le dio las gracias y nunca más lo vio. Pero desde entonces ese alumno reflexionó mucho. ¿Qué quería decir el Abad?, que no había comprendido nada en el mundo, que el prestigio no le servía para nada y que la espiritualidad hay que ponerla en práctica abrir el corazón y tener la consciencia, si no la tienes, no te sirve para nada.

Así que hoy en día aún está buscando esa espiritualidad, pero cambió mucho, ha dejado a sus padres, la fortuna y está sirviendo en un monasterio para alcanzar la espiritualidad.

Mis semillas, la espiritualidad es cada día estar despiertos, ver lo que hay alrededor, y abrir el corazón para dar una mano a quien necesita.A veces una sonrisa y una palabra. A veces compartir algo, un secreto que puede ser “ayer fui al cine” o “ayer estuve, a ver a nuestra señora de Cucugnan,” es un secreto maravilloso, pero te lo digo.” O solamente comí un bizcocho solito, y estaba tan rico y tan bueno que me lo comí y me repetí.

La espiritualidad es estar siempre despierto y así ver lo que pasa alrededor. Observar quién está a tu lado, ¿tendrá sed? ¿Necesitará una palabra? ¿Necesitará una mano? ¿Necesitará transmitir la enseñanza?

Eso es, la espiritualidad. Pero la espiritualidad no quiere decir si vas a ir a un lugar bien preciso, mira lo que hay detrás de la columna o mira lo que hay detrás de la mesa y de las cosas y después yo te explicaré. Eso no es la espiritualidad, en la espiritualidad no hay secretos, todo se puede explicar. Los secretos te los llevarás a la tumba y se perderán y no te servirán para nada, pero si lo transmites y hablas con la verdad te llevarás la luz, solo la luz que está en tí nada más.

Por eso dicen que si todos supieran lo que es la muerte todos nos iríamos, en este instante.

Tranquilas mis semillas, el cuerpo no os lo dejaran no habéis terminado la misión.

Estoy enfrente de la chimenea, porque aquí hace frío y hay un fuego magnifico y es mi alegría estar enfrente de esta chimenea ver como el fuego se mueve, como baila como está contento como da calor, como acaricia, ¡qué alegría!

Con esta alegría y con este amor:

Siempre, siempre,

vuestra Jardinera.

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