🎧 Escucha el Mensaje en la voz de La Jardinera
Mis Queridas Semillas,
Vamos a compartir una historia también muy bonita que hay que tener siempre los ojos muy abiertos.
Había una señora, muy mayor y se había quedado casi ciega, había ido a varios doctores, clínicas y le habían dicho que es muy difícil curarla porque ha perdido la vista. Y una vez le dijeron que hay un doctor que quizás él pueda sanarla. Esa señora había vivido 30 años casi 40 años con su marido que se llamaba Jesús (pero no de TIberíades) era muy devoto de san judas Tadeo pero no era de tiberíades. Y se había quedado sola así que ella siempre mantenía su casa su jardín todo impecable.
Pero como había perdido la vista tropezaba, se caía y pidió a ese doctor, que viniera a visitarla, no podía desplazarse. El doctor llegó a su casa y le dijo: “veamos a ver, sí la puedo curar.” Y le dijo ella: “doctor si usted me hace recobrar la vista, le pagaré muy bien, muy bien, muy bien, muy bien, porque es lo que me falta, la vista. Tengo todo, tengo mi casa, tengo muebles, decoraciones, tengo mi huerto, mi jardín con flores, tengo todo, todo, todo. También le doy de comer a los pajaritos porque tengo árboles y vienen”. Y le dijo: “no se preocupe que voy a venir una vez por semana y le voy a traer unas gotas y esas gotas le curaran la ceguera.” Dicho y hecho, vino la primera semana el doctor, le puso las gotas y le dijo:
- ahora tiene que esperarse al menos dos horas con los ojos cerrados por que pica mucho el líquido pero es porque es eficaz.
- Es que desde que mi marido…
- No, no, no, usted no piense en nada, simplemente tiene que estar con los ojos cerrados tranquila y la semana que viene volveré.
El médico se fue y la señora tranquila pues continuó. A la semana siguiente vino el doctor y le echó las gotas. Y él dice “verá que se irá recuperando pero tiene que cerrar los ojos y dejarlos cerrados durante un tiempo”. Mientras tanto ese doctor que era un curandero, se iba llevando primero cositas que había visto decoraciones, después se llevaba una silla, otra vez se llevó un mueble, la otra vez se llevó una mesa y cada semana se iba llevando los muebles de la casa. Hasta que llegó un día y dijo “ya se terminó, le he puesto las últimas gotas y ya está curada.” Y dijo “no veo! Y él dijo lo siento pero si que ve, y muy claro así que me tiene que pagar lo que me prometió.” Y dijo: “pues yo no pagaré por que yo no veo resultado.”
Este famoso curandero le puso una denuncia y entonces vino y de la policía la llevaron y delante el juez le dijo:
Entonces la señora dijo: “Mire señor juez desde que me pone las gotas siempre me dice cierre los ojos y yo he obedecido, pero ahora que se ha terminado ya el tratamiento he abierto los ojos completamente y ¿qué ha pasado? Pues que no he visto mis muebles de mi casa, que no he visto los jarrones, que no he visto las decoraciones que tenía. Que no he visto las sillas, ni las mesas, ni tampoco los relojes que tenía de pared. Antes, cuando estaba ciega pues me iba dirigiendo con las manos e iba acariciando los objetos. Sabía que tenía aquí un jarrón, que tenía un cuadro, las paredes las conocía, y tenía… veía y sentía los muebles ahora abro los ojos y he visto que no hay nada. Entonces quiere decir que no me ha curado, porque la casa está vacía completamente.
***
Así que el juez dijo: ¿es verdad que en la casa no hay muebles? y el doctor tuvo que contestar, dijo sí. Pero cuando usted fue, ¿estaban los muebles? Sí. Así que lo llevaron a la cárcel y tuvo que devolverle sus muebles, devolverle todo, porque la señora sí que veía pero su casa había estado vaciada. Y fue feliz y recordó que aunque por muchas deudas que tengas emocionales y físicas o económicas, no debes nada a nadie. Porque el Universo siempre se encarga de darte lo que necesitas o de quitarte lo que más quieres.
Así que esa señora le dio gracias al Maestro de Tiberíades, pero no a su esposo, porque él ya estaba en la luz y no lo necesitaba. Igual que muchos, no lo necesitan pero hay que saber si estamos felices y contentos. Si no lo estamos hay que buscar esa felicidad porque el Universo siempre se encarga de recordárnoslo y de darnos mucha alegría. Sin olvidar las sonrisas, ¡los abrazos! ¡los saludos! y reír. Reírse de uno mismo, eso es lo que nos hace diferentes ¡reírnos de nosotros mismos!
Con todo mi amor La Jardinera