Vivir en paz o juzgar

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Mis queridas semillas,

Compartimos otra historia hoy donde tiene una importancia para cada una de nuestras semillas.

Un profesor estaba en su clase y delante de la pizarra empezó a escribir y les dijo a los alumnos:

Hoy vamos a estudiar la tabla del 9, de multiplicación del 9 y entonces empezó el profesor a escribirla, 9x9... 9x1 es 9, 9x0, bien, me comprenderéis perfectamente mis semillas y a lo último puso:

9 + 1 = 9 y al lado, una raya y puso: 9 – 1 = 9

Los alumnos, hubo 4 o 5 que miraron la pizarra y empezaron a reír, a reír, a reír y claro, se reían del profesor. Porque 9+1 no era 9 y 9 - 1 no eran 9, se había equivocado.

Y rieron, los otros alumnos estaban serios, pero al ver que se reían y ya era aquello una feria, se pusieron todos a reír y a decirle:

“¡Se ha equivocado! ¡Se ha equivocado! ¡Hay un error! ¡Hay un error!”

El profesor esperó un tiempo y más se alborotaban hasta que dejo pasar, y cuando de pronto los alumnos se callaron, el profesor con mucha paciencia los miro y les dijo:

“Me da mucha pena, y tengo mucha pena de ustedes, por como veis el mundo.”

Los alumnos se miraron: “no comprendemos”,

“por eso tengo pena y tristeza de ver como veis el mundo.”

“De las nueve veces que he escrito la tabla del nueve, las nueve veces lo habéis olvidado, las que estaban correctas, pero solo habéis retenido el error; que he hecho para ver si os dabais cuenta y para ver si estabais atentos.

Habéis retenido solo el error y me habéis juzgado por un error, por eso tengo pena, porque el mundo lo veréis siempre y juzgareis a la humanidad por un error, pero no recordareis las nueve veces que estaban perfectas.

Es una lección que le dio a los alumnos y así somos, en la sociedad, lo primero que hacemos es ver el error humano, pero no el nuestro, el otro, el del vecino.

Y nos reímos, pero no nos acordamos que muchas veces el otro nos ha ayudado o que ha sido correctísimo con nosotros.

Mis semillas, todos cometemos errores, me responderás: “somos humanos Jardinera”

Olvidar esas palabras y acordaros de las cualidades y de la bondad que cada humano tiene y de su belleza y de su corazón y así podréis tener como recompensa ¡alegría! ¡y amor del Maestro de Tiberíades! no olvidéis estas palabras del profesor.

Con todo mi amor,

La Jardinera