🎧 Escucha el Mensaje en la voz de La Jardinera
Mis queridas semillas,
Como siempre, la sonrisa, el sol, y la Luz.
Hoy vamos a hablar de una luz, pero esta luz es particular.
Una vez un abejorro, un abejorro es el marido de la reina de las abejas, es el más hermoso, solamente puede cruzarse con la reina madre para poder tener los bebés después; es decir todas las abejitas que nacerán.
Ese abejorro llevaba un traje preciosísimo, muy precioso, e iba de flor en flor. Y él lo sabía, que ninguna flor se resistiría a él, e iba tomando néctar, se alimentaba porque de él dependían también las futuras generaciones.
Al atardecer se encendieron unas luces muy bonitas, farolillos, uno de ellos era muy brillante, ¡muy brillante! Y dentro del farol llevaba una vela, que iluminaba los caminos, los árboles, el sendero, entonces el abejorro cuando la vio, como todos los insectos voladores, cuando ven la luz o algo que brilla, se acercan, y se acercó, pero al acercarse pensó que era una flor particular, que era excepcional, que era una de esas flores exóticas tan bonitas y maravillosas.
Pero, ¿cuál fue su sorpresa? que de golpe recibió como si fuera una llamarada, le quemó la mitad de un ala y le dio un golpe en la cabeza.
Al caerse al suelo dijo: ¿qué me ha pasado? no he visto la flor, pero ese color es tan inmenso y tan fuerte.
Como pudo empezó a sacudirse a limpiarse, la otra ala y lo que le quedaba de la media.
Entonces se levantó y dijo, esa luz tiene que ser algo excepcional, me voy a acercar de nuevo. Y fue y se acercó y tanto se acercó, que la llama lo quemó, sin darse cuenta que no era una flor, sino una llama. Pero brillaba tanto, más que el oro y se cayó.
Entonces la llama le dijo, tenías que haber primero preguntado quién era yo, y una vez que lo hubieras sabido, sabrías si podías acercarte o no, hoy has aprendido la lección. Tengo que brillar para iluminar los senderos, los lugares, para unos seres también que viven en nuestro planeta y que no vemos, pero ellos nos ven, para el bosque, para la ciudad.
Mis semillas, hoy la lección es que muchas veces nos dejamos iluminar por luces que no brillan o a veces por joyas que creemos que es oro pero solamente tiene un baño de oro, o a veces cerebritos que creemos que son, y finalmente no tienen cerebro, son maltratadores, pero solo nos dejamos engañar por lo que brilla, por muchas cuentas que haga, muchos cálculos, por muy brillantes que sean, hablando de seres humanos, pero pueden ser plantas, hay venenosas, hay animales también venenosos, que casi siempre llevan colores muy brillantes, hay que tener siempre mucho cuidado y primero saber lo que queremos.
Si es mejor pasar desapercibido y guardarnos un conocimiento adquirido para poder transmitir o bien somos insaciables y lo perdemos todo. No solo brilla el dinero, te pueden pagar lo que quieras, te pueden hacer regalos de cumpleaños, pero siempre hay un interés.
Tener mucho cuidado, ha pasado muchas veces que nos dejamos iluminar por una joya o un vestido, o unos zapatos. Conozco a un amigo que quiso comprarse unos zapatos, es una anécdota muy simpática, eran unos zapatos azules, y costaban $2000 porque eran únicos, muy buenos, de piel, claro está, y azules. Y quiso ese capricho, y trabajó, se los compro y mi amigo mismo me dijo, una vez que los tuve, no me los puse, porque me gustaron cuando estaban en el escaparate, pero cuando estuve en casa no me iban para nada, ese color era chillón y se los regalé a mi hermano.
Así que veis, muchas veces nos ha pasado, pensemos en la rueda de Buda, podemos obtener los zapatos azules y podemos también regalarlos, tenemos que pasar sin zapatos, con ellos y cada vez que nos toca un pasaje, lo vamos a aceptar.
Hoy nos toca el pasaje de la sonrisa, de reír, de ser felices, de sonreír, y de apreciar la naturaleza y quien tiene un huerto tiene un tesoro y quien tiene agua tiene la vida. Recordaros de estas palabras porque son importantes, sencillas, pero las olvidamos
Con todo mi amor,
La Jardinera.