🎧 Escucha el Mensaje en la voz de La Jardinera
Mis queridas semillas,
Cierto día un hombre oyó decir que la felicidad era un tesoro, a partir de aquel instante comenzó a buscarla, y dijo: ¿dónde voy a ir primero? Pues, primero se aventuró por el placer, por todo lo sensual, bonitas mujeres, todo lo que era belleza, ya comprendéis.
Luego dijo: voy a continuar por el poder, y la riqueza. Entonces viajó, viajó, obtuvo poder, riqueza y después dijo: ahora me falta la fama y la gloria. Entonces quiso ser actor, tuvo fama, y gloria, le aplaudieron, era conocidísimo y así fue recorriendo el mundo del orgullo, del saber, de los viajes, del trabajo, del ocio, y de todo cuanto estaba al alcance de su mano, todo lo que veía lo hacía, todo, para encontrar la felicidad.
Y un día soñó que le quedaban dos meses de vida, ¡dos meses! Y lo creyó.
Tanto que había vivido, había sido ese sueño, que se dijo: estos dos meses los voy a dedicar a compartir todo lo que tengo: de experiencia, de saber, de vida, con las personas que me rodean y que conozco. Y aquel buscador de felicidad que era ese hombre que quería buscar tanto la felicidad. Encontró en su interior lo que podía compartir, en el tiempo que le dedicaba a los demás, en la renuncia que hacía de sí mismo, por servir, estaba el tesoro, ¿os imagináis, mis semillas?
Se dio cuenta que, renunciando a él mismo, para servir a los otros, ¡estaba el tesoro que tanto había deseado encontrar!
Y así de esa manera comprendió que para ser feliz se necesita amar, aceptar, aceptar la vida como viene, sentirse querido y valorado, y aceptarse como uno es, aceptarse como cada quien somos, y gozamos con lo que tenemos, disfrutamos con lo que tenemos, disfrutar siempre, con aquello que tenemos, y sin embargo, cuánto sufrimos por lo que anhelamos, por lo que no tenemos.
Mis semillas, el hombre encontró la felicidad en el mismo, pero no estaba satisfecho con todo lo que consiguió, y solo lo logro transmitiendo ese gran tesoro que había acumulado, porque se había olvidado de él, pensando en los otros, y es darles amor, darles valor, darles ese cariño que tanto necesitan los que nos rodean, y esa humildad lo hizo feliz, y lo hizo comprender, que la verdadera riqueza es lo que uno posee y no lo que desea.
Anhelar, todo el mundo anhelamos siempre algo, ¿pero para qué nos servirá?
Desear, una vez que lo tenemos, o que lo hemos poseído, ya no nos interesa.
Con todo mi amor,
Vuestra Jardinera