January 07, 2023

Reconoce tu grandeza y comparte

article preview

🎧 Escucha el Mensaje en la voz de La Jardinera

Mis queridas semillas,

Casi cada día nos encontramos a alguien como en la historia de hoy, en estas fiestas de Navidad, de fin de año, toodas las personas van corriendo a comprar los regalos, los detalles, mirar a ver para hacer placer. Y había un hombre que iba corriendo, corriendo, porque ya era tarde y quería comprar los últimos regalos que le faltaban para sus invitados.

¿Tenía los de su familia, pero a último momento, le dijo su esposa, sabes qué? Vienen los vecinos que teníamos antes, te acuerdas del pueblo. ¡Ah, sí, sí, sí! ¡Huy, voy corriendo a buscar unos regalos! Sabes que, van a venir también los abuelos de aquella familia que conocimos y que nos guardaron a los niños. Bueno pues compraremos los regalos

Y este hombre iba corriendo, y empujones de un lado, del otro, porque toda la gente iba a lo mismo, a comprar regalos, atenciones y al mismo tiempo mirar lo que había, esas noches tan especiales que están iluminadas, que hay lucecitas de colores por todos los almacenes, los escaparates, las calles, lleno de guirnaldas.

¡Y de pronto! El hombre a lo lejos ve algo en una esquina que le llamó mucho la atención y se fue acercando poco a poco y al estar al lado enfrente, vio algo que le conmovió el corazón. Era una niña pequeña que estaba sentada en el suelo ¡y estaba lleno de nieve! El suelo estaba cubierto de nieve porque era en estos años, el fin de año, ¡Navidades! ¡Donde todo estaba nevado! Y hacía mucho frio y la niña estaba mal vestida, sucia y llevaba una mantita, una copertina, fina, fina, fina y estaba tiritando de frío, allí sentadita, esperando a ver si alguien le daba algo o le caía un regalo

Y la niña miraba con sus ojos, pero estaba tan frio, tan frio y temblando de frio que ya no sentía nada y no se daba cuenta de nada, entonces el hombre se acercó y dijo:

¡Dios mío! ¡¿Cómo puedes permitir esto?¡ ¡¿Cómo puedes dejar a esta niña con este frío, esta mantita, aquí sin comida?! No está limpia, lleva ropa sucia y vieja, ¡por qué?! ¿Cómo puedes hacerlo?¡¿Por qué lo permites?! Chillaba aquel hombre.

Y de pronto, oye una voz ¡muy profunda! Que le dijo: por eso te he hecho a ti.

El hombre miró a todos los lados y solamente vio gente que iba corriendo de un lado, del otro, cargados de paquetes, los niños contentos, riendo, las personas sin mirar, sin darse cuenta, ¡pero esa voz le marcó!

Y entonces pensó, si estos días son días de regalos, de generosidad, de compartir, de dar, de bondad, y de poder ayudar a los otros, esto es lo que me ha dicho esta voz, ¡por eso te he hecho a ti! Y no me he dado cuenta que siempre buscamos las soluciones dentro de los otros, y que nos las den los otros, siempre estamos buscando.

¿Quién me va a solucionar este problema? ¿Quién me ayudara a esta solución? ¿Quién me ayudara a esto que no se hacer? Cuando en realidad es uno mismo que tiene que pensar: ¿qué puedo hacer? ¿A quién puedo ayudar? Porque he preguntado: cómo Dios podía dejarlo, si la respuesta está en mí, ir a comprarle ropa, llevarla a casa, lavarla, darle de comer, y ayudarla para que mañana no continúe en la calle, ¿veis mis queridas semillas?

¿A cuánta gente hemos encontrado, que cuando les decimos: porque no llevaste a tu hermana al cine? Es que mi amigo, mi amigo, mi amigo me ha dicho que vaya con él al cine.

¿Pero tu amigo te obligo? Bueno me dijo que, si quería venir, podría ir. ¿Y escuchasteis a tu amigo Bartolo? ¡Sí! ¿Y fuisteis con él? ¡Sí! ¿Y tu hermana? Hay, no me acordé de ella. ¿No te acordasteis? No. pero cuando la necesitas ella viene a ayudarte siempre. Sí, es verdad, pero no me acordé, no pensé.

Otras veces, ¿habéis visto este tapiz en el suelo, que está arrugado y doblado? Alguien puede pasar y puede tropezar y caerse.

Ah, pero pensé que lo había arreglado Tamarita, ¡¿ah sí?! ah no, yo Tamarita no, pensé que lo había arreglado ya Tamarin, y Tamarin contesta, ¡ah! ¡No! Yo pensaba que era Pilarín.

Siempre buscamos que los otros arreglan las cosas, que nos den soluciones, miremos al fondo de nuestro corazón y pensemos profundamente, al Maestro de Tiberiades.

¡Cómo lloraba! ¡Cuando terminaba de hacer sus sanaciones! ¡De ayudar a los otros! ¡De guiar las almas! ¡Cómo lloraba! Y nadie se acordaba, ni siquiera de ir a lavarle los pies.

Por eso mis semillas, miremos profundamente, una vez más, en el fondo de nuestro corazón y veamos ese libro que tenemos de modo de empleo. Pero hay que leer las letras pequeñas que dicen:

¡eres perfecta! ¡Eres perfecto! Todo lo sabes hacer, y a todo puedes llegar, y llevas en ti la Luz, y nada te puede faltar, veis que sencillo es, mirarla de nuevo cada día, y así no podréis echar, ni la culpa, que no existe, ¡ni la piedra!

Porque tu amigo te ha dicho de ir al cine, o porque el tapiz, había un peligro, en ese tapiz de caerse. O porque tenéis prestigio, u otro rango, u otro standing, llamarlo como queráis, delante de los ojos de la Madonina, o de Nuestra Señora, somos todos iguales, ¡grandes! Inmaculados, con un gran corazón y un Alma blanca y limpia como el agua cristalina.

Con todo mi amor,

Vuestra Jardinera.

Escribe tus comentarios