May 21, 2023

Gloria en el Camino Recto

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🎧 Escucha el Mensaje en la voz de La Jardinera

Hoy vamos a compartir un mensaje muy sencillo, muy muy sencillo pero que también tiene ciertas cosas para nosotros que tenemos que aplicar.


Una vez había una escuela de medicina muy importante en el mundo, que conste que los médicos más importantes eran los árabes… árabes iban… sobre todo había unas escuelas muy grandes en Etiopía, la escuela de Alejandría que ya lo sabéis era de las más importantes, los griegos eran filosofía y otras teorías.

Pero sobre todo la medicina venía de los persas y de los árabes.

Aunque los persas son árabes, pero son diferentes, cada país siendo árabe tienen una cultura y una manera diferente y una historia evidentemente riquísima, diferente.

Babilonia estaba entre Persia y los turcos, Babilonia, la grande Babilonia, el rey de los reyes con Etiopía. Bueno, vamos a ver.

En esa escuela de medicina estaba llena de eruditos, y el gran profesor de medicina tenía sus alumnos y daba su curso de medicina.

Llamó a uno de los alumnos y le dijo - usted, dígame ahora contésteme, ¿cuántos riñones tenemos, ¿cuántos riñones tenemos?

Y el alumno lo miró, al catedrático y le dijo:

  • Cuatro.

El catedrático, (que quiere decir que es superior a un profesor de medicina) le dijo - ¿¡Cómo me puede contestar usted que tenemos cuatro riñones!?

Entonces el alumno se giró y le dijo al auxiliar, al secretario

  • secretario, traiga un puñado de alfalfa, de hierba, una alpaca de hierba para el catedrático, el profesor que se la coma. Y a mí me traerá un café.

Y el secretario fue y le trajo el café y la hierba para comer al catedrático.

El catedrático continuó, se quedó silencioso, y dijo: por favor echen fuera a este alumno, ya no hace parte de la escuela de medicina. Y lo echaron fuera.

Una vez que se terminaron los cursos, el alumno estaba en el pasillo, de esa grande escuela. Al pasar el catedrático, el alumno se paró delante de él y le dijo: ¿qué?, ¿ya se ha comido toda la hierba? Entonces el doctor le dijo: sabe usted que ya no hace parte más de esta escuela y respóndeme: ¿cuántos riñones tenemos?

Y él le dijo: otra vez se lo tengo que repetir: cuatro

Si usted hubiese hablado y me hubiese preguntado: ¿Cuántos riñones tiene usted? Yo le hubiera dicho dos, pero usted dijo en plural, ¿cuántos riñones tenemos? Y como lo dijo en plural, yo le contesté dos suyos y dos míos, teníamos cuatro.

El profesor lo miró, se cayó y se fue, mientras que el estudiante reía.

Y es allí donde tenemos que tirar lecciones, que muchas veces en la vida nos creemos que tenemos prestigio, que somos grandes doctores, que somos grandes personajes porque somos guapos, altos, tenemos mujeres a nuestros pies, o porque tenemos grandes Sofrólogos, y conocemos a gente y nos respetan y tenemos alumnos, tenemos grandes conocimientos, tenemos muchas filosofías, muchas terapias.

¡Huy! Cuántas veces hasta ha habido grandes estudiantes que una vez que han estado licenciados, han dicho: he trabajado ya ¡en diez empresas! Y hasta han dicho: ¡soy coach! Soy directora de la ONU, cuando nunca será coach, ni directora, será una simple empleada.

Cuántas veces se ha llamado a una persona, eres una gran maestra y te respeto como tal. Y después se le hincha el ego y cuando se ve cómo es, entonces allí está la piel de corderito, pero cuidado con un ego desmedido, con un orgullo desmedido, por eso esta historia nos enseña que en la vida es mejor ser más comprensivos y se necesita más comprensión que a veces sabiduría. Vale más pecar por comprensión, que por ponernos por encima de los profesores.

A veces confundimos un circo, y cuando nos damos cuenta de que estamos en el medio del circo, nos vemos como un payaso, pero cuando miramos alrededor vemos que las personas nos aplauden, pero ¿qué es lo que están aplaudiendo? La risa y el ridículo que hacemos, porque eso es el circo, hacer risa, y divertir a los otros y no nos damos cuenta de que hay gente sencilla, simple y humilde, que no se pone laureles, que se da media vuelta y se va.

Aprender esta lección, que por mucho prestigio que tengáis, saber de dónde venís, saber que vuestro padre ha trabajado en la mina y ha sido un agricultor, y vuestra madre no ha estado ni en la escuela siquiera. Pensar que vuestro padre es un árabe y vuestra madre viene de los indios y ya no digo el resto, que los apellidos no son ni apellidos y de ¿dónde vendrán?

Miremos nuestras raíces y veamos que tenemos árboles, que somos un árbol, pero, si las raíces no están bien plantadas, la copa de ese árbol no podrá ver a Dios, sino se caerá el cuello y no podrá contemplar la belleza.

El mundo no está hecho de un arbolito, ¡no!, el mundo está hecho de muchos árboles y cada uno tiene una función. Aquí tenemos perales, manzanos, cerezas, tenemos melocotones, albaricoques, tenemos uva, tenemos muchísimos, y cada uno es diferente, tenemos pinos, tenemos abetos, tenemos nísperos, tenemos muchísimos y aun me olvido, ¡imaginaros!

Nosotros que nuestras raíces son tan poderosas que podemos estar de pie y nuestra alma pertenece a Dios, ¡qué fuerza tenemos!, ¡Grandiosa!¡Grandiosa! ¡Grandiosa!

Recordar siempre quien sois, de dónde venís, poco importa porque esos imperios que os he citado ya no existen, la tierra está, pero los imperios no, de que les sirvieron las conquistas y los títulos, de dejarnos una historia, con sangre y con gloria.

¿Y la nuestra?

La nuestra tiene que ser con gloria, pero hacia ese camino recto, ese camino de Luz que llevamos dentro y que nos llevará de nuevo a la Luz.

Con todo mi amor,

La Jardinera

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