🎧 Escucha el Mensaje en la voz de La Jardinera
Cerca del Himalaya, en esas montañas maravillosas, había un lago y el río evidentemente, que pasaba con el agua fresca. Hay unas piedras preciosísimas y al lado del lago, había una pagoda donde había un grupo de monjes, uno de ellos era muy profundo y dijo: “me gustaría meditar en paz, estar solo, tranquilo, y hacer una buena meditación, que nadie me moleste, no oír ningún ruido”, y entonces fue y había una barquita pequeña, en el río, subió en su barca, empezó a remar y llegó en el centro del lago, y dijo:
“¡Que belleza! Estoy en el medio del lago con una paz, ¡una tranquilidad! ¡Algo extraordinario! Que bien voy a meditar.” Entonces se puso en Lotus, en Loto, empezó a meditar y dijo: “con este silencio, esta paz, que bien voy a estar! ¡Soy feliz! ¡Solamente se oye la brisa! Algunos pájaros, y algunas hojas que se mueven, ¡pero es un silencio infinito!”
Y se puso el más feliz meditando.
Cuando estaba en lo más profundo de su meditación, algo chocó su barca, y al chocarle el tuvo un movimiento y se estremeció y dijo: ¿quién será?! El que me ha molestado en este momento tan preciso de mi meditación, tan profunda, ¿quién se ha atrevido?! ¿Por qué lo ha hecho?! y empezó a estar furioso, furioso y dijo: ¡es increíble! He venido aquí en este lago para estar tranquilo, no había nadie, todo está sereno, y me han dado un golpe en mi barca y ahora todo se mueve ya no estoy tranquilo, estoy rabioso, tengo un mal humor, ¡estoy furioso! ¡¿Cómo es posible, quin ha sido?! ¡Cuando abra los ojos me va a oír! No sé lo que voy a hacer.
Y entonces saben muy bien que cuando se medita, hay que dejar un tiempo para que todo entre en orden, es decir, todos nuestros sentidos recobran su lugar, su pertenencia, que nuestra alma sea serena, calma, que esté tranquila, y una vez que hemos hecho la comunión entre el alma y el cuerpo, allí entonces despertamos, pero siempre con suavidad y dulzura.
El monje esperó, y cuando abrió los ojos, miró de un lado, miró del otro y no vio a nadie, ¡no había nadie! ¡Nadie! Y bajo la mirada hacia el lago y era otra barca pequeña que la corriente del lago la había llegado al centro del lago, y al llegar a la suya ¡choco! Pero estaba vacía, no había nadie, simplemente esa corriente que la había llevado.
Entonces el monje empezó a reflexionar, a pensar, a analizar y llegó a la orilla, y su conclusión fue la siguiente:
Si estás rabioso, si estas molesto, si tienes mal humor, celos, envidia, si estas mal, es solo contigo mismo, ¡nunca viene de afuera! Ni la rabia, ni la envidia, ni los celos, todo está en ti y ¡siempre está dentro de ti!
Así que tengo que hacer una cosa muy importante, primero, controlar mi mal humor, mi rabia, mis celos, mis envidias, porque solo es culpa mía, y si las controlo podr dominar, todos esos malos pensamientos, y podré estar en paz con mi mismo, la culpa no es de los otros, es únicamente de uno mismo.
Aunque esté celoso porque mis compañeros se van de viaje, de vacaciones, porque tienen una sonrisa ¡con unos dientes blancos! ¡Y bonitos! ¡Qué importa! La culpa no es de los otros, es mía, si quiero vacaciones y no trabajar, si quiero ser feliz porque ¡no me gusta el trabajo! ¡Yo quiero ser feliz! Es culpa mía.
¿Por qué no pienso en controlar esos pensamientos? y los cambió, trabajo, y después me tocan mis vacaciones. ¡Voy al dentista y me hacen un blanqueamiento de dientes! Y estaré la más guapa, ¡o el más guapo de todos!
¡¿Por qué ese monje se estaba martirizando!? ¡Se hacía el mártir! ¿Por qué ese monje estaba llorando? Que no lo amaba nadie, que estaba solo ¡y solo quería estar en paz! Todo estaba en su cabeza.
Mis semillas, antes de que la adrenalina suba, o que tengamos mal humor contra los otros, mirémonos, y empecemos a controlar y veréis que seréis felices, muy, muy felices, ¡porque todo está en nosotros! La alegría y el mal humor, la tristeza ¡Y las risas! Yo me quedo con las risas
Y así vamos a quedar hoy ¡y para siempre!
Con todo mi amor,
La Jardinera.