🎧 Escucha el Mensaje en la voz de La Jardinera
Mis queridas semillas,
Hoy vamos a compartir una historia que nos ocurre muchas veces con la imaginación.
Érase una vez un amigo que invitó a su vecino y le dijo, ven, estoy haciendo un té muy bueno, te invito. Y el amigo como era muy goloso y quería ver la novedad entró y le ofreció el té. Al tomar la tasa de té vio que en el fondo había una serpiente muy pequeñita, muy pequeñita y dijo que es raro porque estará esta serpiente, pero bueno, no digas nada, has semblante que no la ves y bébetelo, pero dice que hace muy mal decirle que hay aquí una serpiente.
El vecino tomó su taza de té tranquilamente y fue bebiendo su té se lo bebió todo y dijo creo que me he tragado la serpiente porque ya no la veo más, le dio las gracias a su amigo, se fue, pero por la noche estuvo mal pensando en esa serpiente, pensando me he tragado la serpiente me duele el estómago quizás va a los intestinos quizá va en todas mis tripas, estoy mal, estoy mal llamó el doctor y le dijo lo mejores ir al hospital le harán unas radiografías
Entonces lo llevaron al hospital y no vieron que había nada en el estómago, ni en los intestinos, y él estaba preocupado, muy preocupado.
Y cada vez más enfermo, le dijeron, vamos a hacer una ecografía. Le hicieron la ecografía y dijeron, no encontramos nada, no hay nada. Pero no es normal porque me duele, me duele, me duele. Después de unos días el amigo le dijo: “vecino, ven, hace días que no te veo, ¿cómo estás? Te voy a invitar al otro té que es también muy bueno, muy bueno. Y es muy bueno para la salud, yo lo tomo cada día.”
Y el vecino dijo: “bueno”, no se atrevió a decir que no, porque muchas veces nos duele a hacer penas a las amistades, a los amigos y aceptamos por hacerles placer.
O pensamos que les hacemos placer y que hacemos su voluntad. En realidad, no, hacemos lo que queremos, pero siempre es más fácil tirar la piedra al tejado de los otros, que es lo que solemos hacer los humanos.
Entonces llegó el vecino, le ofreció el nuevo té, y de nuevo en la taza vio que había una serpiente finita, finita, finita. Casi invisible, empezó a beber y dijo, no puede ser, pero me lo beberé, no le diré nada.
Y se lo bebió.
Entonces fue a su casa y dijo, creo que estoy enfermo. De nuevo le hicieron los exámenes, lo miraron, lo miraron, continuaban enfermo.
Hasta que el vecino dijo, he oído que has ido al médico, que has ido al hospital, ¿qué te pasa? ¿Tienes algún problema? Y él le dijo, “mira”, voy a decirte algo. “Desde que tomé el té en tu casa y lo bebí con la serpiente que había en el vaso, en la taza, estoy enfermo.”
Y le dice, “¿de qué serpiente me hablas?”
“De la que estaba dentro”
Dice, "bueno, pues ven a tomarlo y lo veremos a ver."
Y le puso el té, la taza, lo otro también. Y de pronto se dio cuenta, miró, y vio, dice, “mírala, ahí está en el fondo.”
Y su amigo se echó a reír y miró y dijo, pero hombre, “¿no ves que la lámpara que está en el techo da reflejos? Y esos reflejos entran en los recipientes que están aquí, evidentemente en nuestras tazas y parece que sea una serpiente, pero es un halo y es un reflejo de la lámpara. Y te da la impresión de que es una serpiente, pero no, no, no, es el reflejo de la luz. ¿Cómo puedo yo, ponerte, a un amigo, una serpiente y dejarlo así, tranquilo y dormir con mi conciencia, sabiendo que yo haría eso?”
“No, no, no, míralo bien. ¿Veis que la mía también está? Y yo me lo he tomado como tú y no estoy enfermo.”
Entonces el vecino dijo, ay, me tranquilizas, porque al menos ahora ya sé la verdad, pero yo me había imaginado tantas cosas, tantas cosas que me volví enfermo.
Mis semillas. ¿Cuántas veces no nos ha pasado ir a un restaurante, ir a casa de amigos, de vecinos o de la familia y decir que esa comida no estaba en buen estado? ¿O que la mayonesa no estaba fresca?
¿O que el arroz estaba ya pasado y nos lo tuvimos que comer y nos hizo daño, cuántas veces nos ha pasado que hemos tenido una contrariedad? Y aprovecharé para deciros, como dice la maestra Lucía, el cuerpo habla, cuando tenemos diarrea, que es algo muy natural, como palabra, pero no como acción.
Cuando nos ocurre tener diarrea, no se nos ocurre, cuando nos pasa, es porque no hemos dirigido algo. Entonces, en el cuerpo nos sale fatal. Tenemos dolor de intestinos, de vientre, de tripas. Y tiene que evacuarse ese veneno, ese dolor.
Cuando estamos celosos, envidiosos, nos pasa lo mismo. No nos encontramos bien y de pronto decimos, tengo unas ganas de vomitar, no comprendo por qué, pero no me has sentado bien, tengo ganas de vomitar y es porque no aceptamos las cosas. Al no aceptarlas, tenemos que evacuar, sacar lo que nos duele, sacar el veneno, igual que un grano de pus, hay que reventarlo.
Entonces, es o vómitos o diarrea. Tenerlo en cuenta, mis semillas, cuando no digerís algo que os han dicho, la verdad, por ejemplo, no gusta a nadie y la verdad es horrible, pero al no aceptarla, tu cuerpo reacciona y te da esos dos síntomas.
Y es que el cuerpo es perfecto, es nuestra máquina perfecta. No falla, no falla. Siempre, siempre, siempre, siempre, reacciona por el veneno que tenemos, especialmente por los celos, la envidia, todos me diréis, yo no soy celoso, ni celosa, yo no tengo envidia, yo amo a la gente, yo hago el bien a todos.
Es verdad. Pero entonces, esos síntomas, ¿por qué vienen? Preguntároslo bien profundamente y comprenderéis a este amigo que quería lo mejor para su vecino, y su vecino se hizo todo un espectáculo y se hizo toda una comedia porque pensaba que había bebido una serpiente.
No, reflexionar bien, reflexionar bien y comprenderéis. Así que después vivieron felices, se reían cada día y bromearon, cada día bromeaban y se reían.
Se reían del vecino porque decía, ¿qué tal la serpiente? ¿Se mueve aún en el estómago? y claro, él se reía. Al principio tenía vergüenza, pero después tuvo que aceptarlo y reírse y reflexionar muchísimo porque todo nos queda dentro, el miedo.
Y lo que pensamos de los otros es un reflejo de nosotros mismos porque la culpa no es de los otros, la culpa es nuestra. Los pensamientos son nuestros. La maldad que vemos en los otros es porque nosotros somos malos.
La envidia que vemos en los otros es porque somos envidiosos y celosos y eso es lo que nos mata sin comprender que cada uno tenemos unas cualidades extraordinarias.
¿Por qué no escuchamos a nuestra Alma? En vez de escuchar la caca de vaca.Nuestra materia, nuestra materia es la que nos juega malos trucos, o la que nos engaña, o la que nos traiciona.
¿Por qué tenemos que pensar mal de los otros si somos nosotros mismos? Reflexionar en estas palabras y veréis que os encontraréis mejor. Perdonar, aprender al perdón, aprender a perdonar, aprender el perdón por mucho daño que os hayan hecho, aprender el perdón.
El perdón es la curación de tanto dolor y de tantos males que tenemos dentro, de tantas envidias y tantos celos, el perdón nos hace nobles, el perdón nos aprende, nos aprende a ser humildes. Nuestro ego es lo primero que nos traiciona porque es lo primero que está herido, molestado. Todo lo hacemos por ego y por interés. Nada nos sale del corazón. Siempre esperamos una recompensa.
El Maestro de Tiberíades nunca esperaba nada. Y nunca le traían nada, y daban la vida por él, pero bueno, se dejaban vivir. A ver si hemos aprendido esa lección. Hablando de serpientes, voy a complementar algo que expliqué ayer.
En la época de la Atlántida era una ciudad muy avanzada. Sabéis que los atlántis vivían en el centro del mar, podían respirar, tenían poderes extraordinarios y tenían un rayo láser que utilizaban siempre.
Se podían desplazar por la velocidad de la luz y dialogaban con los delfines. El delfín es el animal más inteligente de nuestro planeta. Nos comprende. Trabajaban con ellos siempre, los guiaban, hablaban, les decían cómo estaban los mares, les decía los peligros, dialogaban, se entendían muy bien.
Ya que los atlantis no hablaban, eran por sonidos y con el chakra 6. Por eso hoy en día el delfín es el mejor amigo del hombre. Lástima que no sabemos interpretar 100% sus diálogos, pero ellos nos comprenden, nos ayudan y nos salvan.
¿Cuántas veces han guiado a los pescadores en la tempestad? ¿Cuántas veces han ayudado a los barcos que se han hundido y han salvado a los que han caído al mar? ¿Cuántas veces les han avisado no ir en esa dirección?
¡Hay peligro! ¿Cuántas veces los han guiado donde había pescados, peces? ¿Cuántas veces ha ayudado a los hombres? Os voy a contar algo que quizás a las personas sensibles no les gustará, pero tienen que saberlo porque hace parte de la naturaleza y de la vida.
Los delfines madre una vez que han concebido los bebés, suelen tener dos, a veces tres, a veces cuatro, pero casi generalmente tienen dos. Cuando están en el vientre de la madre la madre los alimenta, le da la mejor comida, el padre los cuida, vigila mucho a la madre, la cuida y como siempre van en grupo saben muy bien que hay que proteger a esa futura mamá y la llevan siempre donde están los peces más sabrosos la acompañan, la vigilan, la cuidan y la madre mientras va alimentando.
Pero ¿qué se pasa dentro del vientre de la madre delfín? Los delfines cuando empiezan a crecer el más valiente, el más fuerte va a empezar a atacar, empieza por el más débil y se lo come, lo ataca, lo mata y se lo come y después va a empezar por el otro si son fuertes iguales se van a soportar y van a luchar para la vivencia para ver quién come más y cuál es el más fuerte pero si tiene una debilidad la mamá delfín sólo tendrá un hijo porque se habrá comido a toda la manada que llevaba dentro y ese hijo que nace es el más fuerte, es el que va a procrear y continuar el pedigrí y la línea de los animales, él va a hacer que sus futuros hijos o si es una madre, sus futuros bebés, sean los mejores y los más fuertes.
Mientras tanto, se ha comido a sus hermanos. Parece... es cruel, es la ley de la naturaleza, es la ley de la vida, el más fuerte gana, el más débil pierde. Y es lo que se pasa en cada delfín. Antes del nacimiento, el fuerte nace, el débil ya ha servido de comida para los otros.
Y así suelen hacer algunos de ellos, las orcas, algunas ballenas. Y así es la naturaleza, como nosotros. Cuántas madres no han abandonado a su hijo o han matado a su hijo o su hija o lo han tirado en un container.
Es el mismo comportamiento con la diferencia de que la madre ha sido, por una depresión postparto o por miedo a la familia, los padres o no lo quería, mientras que el delfín era para sobrevivir y procrear y dar más fuerza a su generación.
Pero somos lo mismo. ¡Comportamiento animal y la Alma y el Átomo Divino! Insisto, alimentar ese Átomo Divino. No creáis que os he abandonado y os he olvidado. Estoy trabajando más que nunca, pero ahora mi tiempo es más físico, porque se necesita.
Tengo un grupo de jóvenes y ese grupo de jóvenes necesita aprendizaje físico y enseñanza. Les he enseñado a fabricar muebles, a ir a recuperar muebles usados y de todos esos muebles usados darle una segunda vida.
Les he enseñado a ir donde la gente tira todo lo que les sobra y recogerlo y se han hecho maravillas. Les he enseñado a trabajar el jardín, el pico, la pala todo, a freír un huevo, a planchar porque no sabían planchar, no tenían plancha, a lavar, a ser maestros.
Un maestro es el que sabe hacer todo, no aquel que repite un aprendizaje, sea cual sea, no, un maestro es el que sabe de todo un buen obrero y sabe enseñar y transmitir, nada más, nada más. Esa es la historia de los delfines y de los atlantis.
Que jugaban con ellos, que trabajaban con ellos, que vigilaban y protegían también la tierra juntos, los mares y la tierra y el cielo. Unos se desplazaban volando, iban de universo a universo, traían información y lo comunicaban a los delfines y los delfines ayudaban.
La energía era especial. Vosotros también habéis sido atlantis y habéis trabajado con ellos en otras vidas. Recordarlo, cuando os metéis en el mar, en el agua, dejaros la preocupación fuera a la orilla, dejar y olvidaros del miedo, de las enfermedades, de vuestros dolores, de vuestras penas, olvidaros de todas las preocupaciones de la sociedad.
La sociedad, os iréis y se quedará igualmente y continuará con sus problemas, pero vuestra Alma, que es lo más importante. vivir por ella. Y cuando trabajéis, trabajar con el corazón y con amor. Trabajar con ese amor que os saldrá todo bien. Y es lo más hermoso porque lo que hacemos no es para nosotros, es para servir, para servir a la tierra, para servir a los que están encima de la tierra.
Es tan maravilloso una alegría, cuando alguien se encuentra un jardín bonito. Las flores, una orquídea que para nosotros es oro, la tenemos dentro de la casa porque es maravillosa, tan delicada, tan fina, eso es amar.
Para vosotros que vivís en América os mando un pino de aquí pinos y otras plantas, como el romero, lavanda y así intercambiamos con vuestras bellas flores. En cada país nace lo que necesita.
Aquí hay mucho Árnica. El Árnica ya lo sabéis para los golpes, los dolores, los hematomas y es porque es la montaña. Tenemos orégano también para nuestro estómago para lo que comemos, cada país da sus medicamentos.
Ustedes tienen más el jengibre, el coriandro que es uno de los más potenciales en vitaminas, completo y hierro. Aquí lo tenemos más raro, crece más difícilmente. Y tienen tantas cualidades en plantas, manjares. Nosotros también a nuestra manera, a nuestra manera, pero nos dan lo que necesitamos.
Aquí no pueden crecer los mangos, ni tampoco la papaya porque se hiela, pero necesitamos ese frío para que nuestros árboles no mueran. Y vosotros necesitáis el calor para que vivan, todo está equilibrado. Esa es la auténtica armonía, encontrar la felicidad cuando está la armonía.
No como queremos o como deseamos. Jamás. Si no, cómo nos lo dan. Hay que aceptarlo y obedecer, la rueda de Buda. No hay que luchar contra la corriente.
Nuestros amigos salmones nacen en el río y tienen que atravesar todo el mar y después tienen que venir contra corriente, que es donde los pescan, los osos. Y cuando llegan de nuevo al río, depositan su herencia, los huevos y mueren.
Es su vida, hacer un viaje muy largo, muy largo, extenuarse de cansancio y volver de nuevo para dejar su generación y morir, y allí mueren. Termina su vida y lo saben, pero tienen que cumplir su misión, dejar todos los huevos, porque serán el futuro para el año que sigue.
¿Cuántas madres han muerto poniendo a luz? Eso también es el sacrificio que hacen los salmones, cada uno en su nivel, ese también es el delfín que hace para poder vivir y ser el mejor. En los monos, simios, chimpancés, bonobos, macacos, toda la raza de los simios que son nuestros hermanos, tenemos el 99% de nuestra ADN en ellos.
Cuando se muera un bebé o se cae del árbol, la madre no la abandona, lo carga y lo lleva días y días, a veces meses, hasta que ya las moscas y el olor, no pueden más. Y los otros le tienen compañía, pero ya cuando no pueden más, sus familiares lo cogen y le dicen déjalo, ya no vivirá más.
La madre con mucho dolor lo tiene que dejar, lo deja, lo mira, lo abandonan y se van. Es muy excepcional porque el animal no tiene una memoria como el humano. Si tuviera el dolor, tendría un rencor y mataría más, pero ellos no.
Por eso, cuando los hombres matan a los animales, si se acordaran el animal, lo matarían a ellos, excepto el elefante. Se olvidan. Y vuelven de nuevo a ser amables algunos con los hombres, porque se olvidan.
Así tenemos que ser nosotros, olvidar de quién nos hace daño y perdonar. Terminaremos hoy con el perdón. Para empezar la semana, pedir perdón.
Quisiera deciros que, en el islam, y sobre todo en el Imperio Otomano que hemos estado en Turquía, antes de irse a la guerra se decía perdóname, dame tu bendición, y le decía, te perdono, hermano, dámela tú a mí, te perdono, tienes mi bendición. Porque sabían que cerraban un ciclo. Si les pasaba algo o morían, ya habían cerrado el ciclo y podían irse tranquilos y felices.
¿Qué hacemos nosotros? Muchas veces desear pensamientos negativos o envidias contra los otros. Cerrar ciclos no sabemos en Europa, en todo occidente no sabemos. Porque estamos tan pendientes de nuestra vida, de nuestro ombligo, de nosotros mismos somos los más importantes.
Y no nos acordamos que estamos de pasaje, de pasaje.
Con todo mi amor,
La Jardinera.
Leerlo varias veces, escribirlo si queréis. Sacaréis, seguro, muchos perfiles y muchas opiniones. Y yo soy muy feliz cuando me escribís.
Enseguida veo vuestra evolución, vuestra bondad, vuestro corazón y sobre todo vuestra comprensión.
Gracias, dame tu mano y perdonarme, porque muchas veces soy terrible y me reconozco, pero podéis contar con Servidora.
Si alguien nos toca, uy, mataré a quien sea si os hace daño, a quien sea.
Mis semillas son sagradas, sagradas, y me pelearé como una leona, porque sois las más grandes, los más grandes y los más hermosos del mundo.
Porque sois del Universo, Átomos del universo.
Con todo mi amor,
La Jardinera.