October 08, 2023

Fe y esperanza

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🎧 Escucha el Mensaje en la voz de La Jardinera

Mis queridas semillas,

He recibido un correo y sonrío mucho, porque me veo tan ignorante, tan ignorante, y tantas cosas que tengo que aprender y cada una de mis semillas me transmite una enseñanza, me da una lección y sobre todo ese Amor de vuestros corazones tan grandes.

Este correo que he recibido me hacía la pregunta siguiente, “Jardinera, tú qué hablas de amor, ¿Por qué quieres matar? Si nos tocan a nosotros, a tus semillas, ¿Por qué? ¿Por qué hablas de matar?”

Efectivamente, la palabra es, podríamos decir, cruda o tribal, viniendo del vocabulario de servidora, os he dicho muchas veces, que hay niños que tienen que ir a la escuela corriendo y otros niños que la escuela se va corriendo y nunca van.

Servidora hace parte de esos niños, nunca ha ido a la escuela y su vocabulario, a veces, deja que desear. Así que os doy el significado que nadie se atreva a tocaros ni a haceros daño, porque Servidora los mata, en el sentido de que si yo veo o sé que os han hecho daño, voy al país donde viváis, allá donde estéis y a esa persona, ¡uy! vale más que no me conozca, porque no llevaré espada, ni calás, ni cof, ni pistola, no, ni tampoco puñal, ni cuchillo, no, no, no, no, solo con mi mirada, con mi chakra seis, y mis manos, comprenderá muy bien, que no hay que tocar nunca a las semillas de la Jardinera. ¡Nunca!

Son semillas sagradas, son almas especiales, son muy grandes, así sois. Espero que esté aclarado y que se comprenda. Quizás la palabra es metafórica o como queráis llamarla, pero no voy por ahí con metralletas.

No, no, nunca he tenido una ni pienso tenerla, siempre he sido para la paz, nunca para la guerra, así que tranquilas, pero que no os toquen, porque donde estéis me presentaré y os defenderé, como una leona, igual que una leona.

El otro día hablamos mucho de animales, ellos nos dan siempre lecciones. Vamos a plantar un olivo, un olivo, que ya sabéis que significa la paz, pero también nos recordará Tiberiades, donde está el Maestro, donde estuvimos la última vez en esa sinagoga tan antigua, la primera de Jerusalén, es decir, de Israel.

Y allí hay muchísimos olivos, nuestro padre, Abraham, dicen que es nuestro patriarca, él nació en Ur, hoy Ur, antes era una ciudad, hoy se encuentra en Siria, lo conquistó, se encuentra en Siria, pero antes hacía parte de Jerusalén.

Las tierras van y vienen, hay siglos que pertenecen a un país, a una nación o a un imperio, otras veces se pierden, o se ganan. Así que Abraham... Nació... Era en un país que pertenecía a Israel, muy pequeñito.

Y él, era el segundo hijo, o el primer hijo, ahora no recuerdo, el heredero, no podía irse de su casa, y le dijo a su padre,

“Padre, aquí no hay avenir, somos muchos, mi esposa Sara no tiene hijos, nos vamos y dejaremos más comida, más ganado, para toda la familia.” Pero el padre dijo: “no, no te lo acepto, no te lo admito. Y no te irás hijo, no me puedes abandonar.”

En aquella época, hace tantos miles de años, un hijo era para guardar a los padres y cuidarlos hasta el final de la vida.

No podía abandonarlos, los tenía que cuidar, y esto ha sido hasta hace muy poco tiempo.

En China, sobre todo, en todo lo que es oriente, continúan a hacerlo y extrema oriente, sólo en occidente, estamos obligados de llevarlos a lugares para que los cuiden especializados, porque trabajamos, toda la familia y no podemos cuidarlos cómo se merecen.

Pero allí Abraham, un día, escuchó una voz que le dijo,

“Abraham, recoge a tu esposa y ves a la tierra prometida.”

“¿Quién me habla?”

Y le dijo, “es el único Dios que existe.”

“Pero ¿cómo es? ¿Dónde está? No te veo.”

“Me oirás, deja todo y vete, no adores a los dioses de tus padres, de sus antepasados.”

En su casa había altares de muchos dioses, la fecundidad, la riqueza, la abundancia, la salud, todos los dioses había, pero eran de barro y de madera.

Entonces él, un día entra, y delante de su esposa, cogió un mazo y rompió los dioses de barro. Y dice, “vámonos.”

Ella se puso a llorar. “¡Sacrilegio!, ¡sacrilegio!, ¿Qué has hecho, Abraham? Tú que eres tan pacífico y tan bueno.”

“No son los dioses, esposa, vámonos, El Dios no está aquí.”

No comprendía, pero lo amaba mucho. Y dijo, “estaré siempre de acuerdo y te seguiré.” Después de muchas discusiones, peleas, su padre accedió llorando y su familia.

Y se fue a la tierra prometida, Canán, la tierra prometida.

Y entonces fue andando, andando, y su padre le dio su parte de herencia, cuatro cabras y unas cuantas ovejas. Y él dijo, “si alguien quiere venir, está libre de venir, pero no obliga a nadie.”

Su sobrino Lot, el hijo de su hermano, dijo,

“tío, yo voy contigo con mi esposa y mis dos hijas.”

“Como tú quieras.”

“Sí, me llevaré mi herencia. De corderos podremos sobrevivir.”

Y así se fueron. Andando, desierto tras desierto, lugar tras lugar, y habian muchas tribus, muchos peligros y no había mucha comida y la tierra era muy mala y el desierto era imposible encontrar agua para los animales. Y cuando encontraban siempre tenían propietarios y tenían que pedir permiso.

Y siempre era a cambio o de trabajar para ellos o de corderos, siempre, y así lo hicieron.

Claro que había una tribu muy rica, muy rica, y los expulsaban.

Pero siempre Abraham escuchaba la voz que no sabía de dónde venía, y le decía, “si eres Dios muestra tu figura.” Y decía, “si tienes fe, déjate guiar y escúchame, haz todo lo que te digo.”

Y él obedeció, y obedecía. Su sobrino decía, “te creemos, tío, pero no vemos a Dios, no tenemos monumento, no tenemos altar.”

Y su esposa, Sara, decía, “tener fe en Abraham, tener fe nada más.”

“Pero no tenemos comida, no tenemos tierra, mirad.”

Y un día llegaron, por qué iban andando siempre, en lo más plano. Y en el desierto lo más plano son ríos secos, que cuando llueve mucho se vuelven torrenciales.

Y entonces un día se puso a llover, a llover. Se llevaron las tiendas que tenían de piel de cabra y se llevaron también, se ahogaron las ovejas y tenían una gran miseria. Y lloró, lloro y lloro, y le dijo: “Dios, ¿cómo es posible que nos hagas esto? Sabiendo que somos pobres que no tenemos para comer, y sabiendo que estamos en la miseria.”

Y volvió la voz a decirle, “si tienes fe, sígueme y créeme. Irás a la tierra prometida.”

Y volvió porque siempre se apartaba, iba solo.

Y cuando llegó, “¿qué te ha dicho? ¿qué te ha dicho? ¿qué vamos a hacer? No tenemos nada.”

Y le dijo lo mismo, que obedecieran y que guardaran la fe. Y andando. Encontraron un huerto lleno de almendros, agua, miel...

Entonces dijeron, esta es la tierra prometida, pero claro, no era de ellos, estaba trabajada. Y los propietarios le dijeron, “podéis quedaros, trabajar, y de cada oveja que nacerás, será vuestra, y así de nuevo crió un rebaño.”

Y la voz les dijo, “tenéis que continuar ¡Aún no es la tierra!” Y continuaron. Y un día maravilloso estaban en las tiendas, y allí vinieron tres sombras de lejos, se veían tres personajes, pero no veían las caras, no se veían, eran hombres, pero no se le veía la cara. Entonces dijo Abram, “tranquilos, tranquilos, veremos a ver lo que quieren, esperemos que no sean guerreros,” porque tenían mucho miedo, ya los habían expulsado, ya los habían echado fuera.

Y llegaron y dijeron, “¿quién sois?” Abram. Y ellos contestaron,

“gente de paz,”

“¡seáis los bienvenidos! ¡Sara! ¡Sacar la mesa y la comida!”

“Abram, tenemos poca cosa.”

“¡Ponte a hacer pan!”

Y Sara obediente se puso con harina, agua, sal, a amasar y a hacer pan, sabéis que el pan árabe es muy fino y se cuece en el suelo con cenizas, después se limpia, enseguida lo hizo. Y mientras que Sara estaba haciendo el pan, se sentaron, les dieron de beber agua, y de pronto le dijo, “¡Abraham! ¡Benditos seas!”

Y dice, “¿cómo sabéis mi nombre?”

“¡Te conocemos!”

“Vengo de llegar y no soy de aquí, pero estáis tan cansados”

Y dice, “es que venimos para una misión”

“¡Ah bueno, pues bienvenidos! Podéis quedaros aquí.”

“¡No, Abraham! Venimos para anunciarte que tu mujer tendrá un hijo.”

Abraham se quedó mudo, y Sarai, que estaba en la tienda, no había puerta, estaba abierto, los miró y se echó a reír. ¡A reír, a reír, a reír!

Y dijo, “sí, a partir de ahora se llamará Sarai.” Y dijo, “¿Sarai?,” dice, “sí, ¿la oye reír.?” Dice, “claro, es mayor, tiene 90 años, es mayor.” Dice,

“Sarai quiere decir, la que siempre ríe, por eso ella ahora siempre sonreirá y tendrá un hijo y lo llamará Isaac.”

Y dijo, “bueno, me alegro mucho que hayáis venido, comer e iros en paz.”

“No nos crees”

“Es que es imposible, ¿sabéis qué edad tengo yo?, y mi esposa es estéril. No ha tenido hijos, y ahora ya es mayor es imposible.”

“Para eso venimos para anunciarte el nacimiento de tu hijo. Y le pondrás Isaac.”

Salió y salió Sara y le dijo, “feliz y bendiciones, Sarai, la que siempre ríe.” Y entonces los miró y se echó a reír y bajó la cabeza.

Y dijo, “pronto estarás embarazada, tendrás un hijo, recuerda, se llamará Isaac.”

La prueba de fe, y ella entró discretamente en casa y continuó a reír. Aquellos hombres que eran tres ángeles, se levantaron, se fueron, sin dejar huellas, sin dejar trazas, los vieron irse como tres sombras, pero yo reían y dijeron, bueno, esto es una broma, verdaderamente es una broma, alguien nos ha gastado una broma. Y todo el día hablaron de lo mismo y todo el día dijeron, “no es posible.”

Y efectivamente, a los nueve meses, nació Isaac cuando se quedó embarazada, Abraham salió corriendo y chilló y le dijo, “Dios Único, Dios del Universo, Adonai, Adonai, hijo Dios, solo único, que obedeceré siempre mi fe es infinita. Creo en ti y lo que has hecho conmigo y mi familia son las pruebas. Que hubieras sido de mí, si tú hubieras abandonado, cada prueba ha sido muy dura para mí y mi familia. Casi nos hemos muerto de sed, casi nos hemos ahogado por el agua, casi en esa ciudad mataron a nuestros esclavos,”

(en aquella época tenían obreros.)

“Casi nos matan a todos, casi nos roban a nuestras mujeres, pero todo ha pasado para las pruebas y hoy tenemos aquí lo más grande. Adonai, Adonai, Dios Único del Universo, creemos en ti y nuestra descendencia creerá hasta la eternidad.”

Así fue esa historia del patriarca Abraham, pasar las pruebas. Muchas veces hemos dicho “es injusto. ¿Por qué he amado a esta mujer? Y ella no ha sido justa conmigo. Ha parecido ser amable, la he ayudado, me he cuidado de su familia. Pero me ha considerado su obrero.”

Cuántas veces decimos y, “¿por qué si me ha muerto mi hijo? Mi esposo, mi familiar.”

Son pruebas. “¿Por qué me he quedado arruinado? “

Siempre tenemos una prueba cada día.“porque no nos acordamos lo que hemos hecho”, venimos siempre a lo mismo. ¿Creemos en nuestras acciones pasadas? ¿Creemos en nuestros pensamientos que no son nobles?

Damos más fuerza a los celos, las envidias, las ambiciones, que a la humildad. Damos más fuerza a lo que dirán, al prestigio, al caché, que ala verdadera riqueza que está en nosotros, que es Dios.

Damos más importancia a todos los bienes materiales, que hay que respetarlos, que hay que considerarlos, ¡pero no atarnos!, hay que prosperar ¡para ayudar a los otros!, hay que multiplicarlos para poder dar trabajo a los que no tienen.

Ahora ha habido un terremoto en Marruecos. Gracias a todas las semillas de la Enseñanza vamos a ayudar y tendréis un papel y fotografías con vuestra ayuda, lo que habéis hecho.

Eso se llama riqueza, humildad y amar a Dios por encima de todas las cosas.

Poco importa de un céntimo a un millón, poco importa, porque las montañas, las más altas, han sido granito por granito, y la playa está llena de granos de arena y los desiertos, no importa la cantidad, es lo que queremos hacer de ellos.

Estar conscientes mis semillas de vuestros pensamientos, tuvo 12 hijos, Abraham, doce hijos, que son 12 tribus, las 12 tribus de Israel. Y cada hijo, pertenece a una tribu. Por eso, cuando vamos a Jerusalén, son tan estrictos, mirando nuestros papeles de identidad, pasaporte.

Porque saben ellos automáticamente, miran y saben de qué tribu descendemos. Es tán importante para ellos, y todos descendemos, porque se lo dijo Dios, tendrás más descendencia que estrellas hay en el cielo.

Al principio Abraham no lo creyó, después sí, y ya sabéis la prueba de fe. Habéis estado en el domo de oro, en la piedra del sacrificio. Le pusieron esas pruebas para nosotros, para nosotros. Hoy, actualmente, todas las pruebas es nuestra fe, si no tenemos fe a que servimos, es nuestra fe que nos hace levantar montañas y no caernos.

Cuidado con nuestros pensamientos y nuestras palabras, hay muchos milagros que todos los seres humanos cumplen y hacen y se cumplen, no solamente con la Enseñanza, sin la Enseñanza también, pero también está en igualdad el ángel de las tinieblas.

Ese ángel de las tinieblas es inseparable de la Luz, van juntos, a cada uno de elegir. Por eso, la fe tiene que estar muy fuerte, muy fuerte para ganar siempre, y no tengamos dudas, no dudemos, si tenemos fe no tenemos que dudar, porque todo se multiplicará en bien.


Todo, pero si dudamos y tenemos celos, envidia, no podremos crecer. Hagamos siempre el bien, sin saber a quién, porque nos lo devolverán mil veces, mil veces. Muchos habréis oído esta historia, debemos recordarla.

Hacemos parte de las doce tribus, todo el planeta. Y esas doce tribus es esa voz que no se ve el rostro, pero que venimos del Universo de Ella, de esa voz, venimos, creamos más que nunca. Esta mañana he tenido una alegría.

Hay una señora que amamos mucho en la Rosa de Pyrénées, esta señora tiene una hermana gemela. Y estando la Rosa de Pyrénées la llamaron, desde París, si le dijo tu hermana, está en coma, está en el hospital, la hemos llevado en coma, irreversible, antes de morir, porque ella vive ahí, en Quillan, cerca de la Rosa, y ella estuvo muy nerviosa y dijo, “tengo que ir, tengo que ir.”

Tengo que deciros que es musulmana, es otra religión. Sabéis que la enseñanza es Universal. Y ha ido una semilla de la enseñanza, Andrea, Andrea, diré la Merkel.

Ha ido, nadie se lo ha pedido, ¿eh? Ella vive en Alemania, muy lejos, y ha dicho, pido la autorización para ir a verla, está en coma. Porque conoce a su hermana que trabaja en la Rosa de Piriné, y le he dicho, “ves,” me dijeron si está en coma, está en intensivos, en cuidados intensivos, no podrá hacerlo.

Le dije, “puede ser que sí, puede ser que no.”

Efectivamente no estaba, estaba en una habitación. “¿Puedes ir Andrea? Merkel amada, puedes ir? Cogió el avión y fue.” Cuando llegó, le dijo, “¿cómo es posible que has venido? No eres mi familia.” Y dice, “sí, he venido porque te amo mucho.” Y le dice, “por favor, mi hermana está en coma, no se mueve, no habla, es irreversible.”

Y Andrea le dijo, “por favor, Nadina, sal de la habitación y ponte la puerta, que no venga nadie. Si viene la enfermera o alguien, entras y me lo dices.”

Mientras estaba en la puerta, le hizo el tratamiento del sistema nervioso, cinco y siete pies.

Abrió los ojos y el pie derecho empezó a moverlo, abrió los ojos y la miró.

Y se quedó mirando. Andrea le dijo, “tranquila, tranquila, todo va bien, todo va bien.” Cuando terminó, abrió la puerta y le dijo, Nadina, por favor, entra.

Y cuando entró, abrió los ojos y la miró, y estaba con su hija, su hermana. Y las dos los miraron y los ojos abiertos y empezó el pie a moverse, lo movió y le dijo, “estamos aquí, hemos venido a verte, estamos contigo, no estás sola, te cuidaremos.”

Abrió los ojos, le hizo un signo y sonrió. No se lo han dicho a los doctores, no sabemos nada, porque sólo ha tenido tiempo de hacerle el mismo tratamiento a la hija y se lo va a hacer también a la otra hermana que conocemos.

Pero son musulmanas, su religión es, el Islam, saben muy bien que no aceptan tratamientos ni que les toquen la cabeza, pero el resultado es que se ha despertado, nada más mis semillas, es una pequeña anécdota que vosotros habéis tenido ya muchas veces habéis tenido tantas tantas anécdotas y referencias y pruebas y esta es una más, Una más.

Quiero terminar este mensaje con estas palabras.

Con todo mi amor ¡y la esperanza de la voz! para ustedes, para vosotros,

Con todo mi amor,

Vuestra Jardinera.

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