🎧 Escucha el Mensaje en la voz de La Jardinera
Mis queridas semillas,
Compartiremos hoy de nuevo otra historia, tan hermosa y bonita como todas, a condición de querer analizar, buscar cada palabra, comprenderla y sobre todo conocer el significado.
Mirar si es tan sencillo el mensaje de hoy, estoy segura que vais a sonreír porque vamos a empezar cada día, cada día, nos cuidamos de peinarnos, arreglarnos el pelo, salir bien maquilladas. Para los señores, cada día también se arreglan bien el pelo, uno se ponen gomina, los otros simplemente un gel y su corbata, pero siempre bien cuidados.
Y mi pregunta es la siguiente ¿Quién piensa en cuidar el corazón? ¿Habéis pensado algún día cuando os estáis peinando, maquillando, vistiendo con la corbata, la camisa, de cuidar vuestro corazón? Pongo un punto de interrogación, siempre nos olvidamos del corazón.
Y el corazón es lo que nos hace vivir, lo que nos hace latir y lo que nos hace reflexionar, pensar cuantas veces y cuántos días en el mundo hay personas que dicen:
“estoy enferma, tengo un problema, hoy tengo un caso muy duro. Hoy no puedo levantarme porque estoy depresiva, tengo la depresión”
Mis queridas semillas, muchos doctores dicen que la depresión es una enfermedad y otros lo explican mucho mejor, estoy de acuerdo con estos segundos.
¿Qué es la depresión? Son todo lo que nos guardamos desde el nacimiento, todo lo que nos guardamos desde cuando somos pequeños. El dolor, los traumas, todo lo que vemos que no nos gusta, lo que nos han ofendido, el bullying, lo que nos ha traumatizado.
Y hay mil explicaciones y ejemplos para citar, al no hablar, al no ver verbalizar, hablarlo, comunicarlo, se nos queda y va entrando, dentro de nosotros y se queda allí. Y entonces se va formando un dolor invisible.
Un malestar, también invisible, no sabemos el por qué, pero no estamos bien. Y van pasando los años. Hasta que no estamos bien, nos llevan al doctor y dicen, está depresivo o depresiva, o ha caído en depresión.
Es por no hablar, por no hablar, porque la depresión, hay que hablar, hay que hablar de nuestros problemas, hay que hablar de lo que es nuestro sufrimiento, hay que hablar de todo lo que nos traumatiza, hay que hablar también de ese dolor a veces con los padres, con los hijos, con la familia, con los amigos, o con gente que no conocemos.
Cada caso se nos queda marcado al interior y llega un momento donde nos olvidamos, pero está dentro, por eso os repito, ¿cuidáis de vuestro corazón? No me refiero al cardiólogo, el cardiólogo sabrá mandaros al hospital.
Y sabrá cuidaros y mandaros el medicamento adecuado, no, ese no. Os hablo de ¿Cuál es el latido de vuestro corazón? Cuando late muy fuerte por un shock, por un trauma, por un dolor, eso es estar atento a lo que nos habla el corazón.
Tenemos que estar siempre muy atentos, muy atentos, porque a veces muchas personas cuando tienen un problema enorme, muy grande, no saben controlarlo y se callan, pero su corazón se queda lento y ese es un dolor que va muy profundo, muy profundo y más tarde suele salir en problemas depresivos.
Hoy llamamos salud mental, y ¿qué pasa? Solamente buscamos una solución, los jóvenes ya lo sabéis, la solución es el suicidio, pero nosotros los adultos es más fácil caer en una enfermedad que nos la creamos porque creemos que con esa enfermedad vamos a arreglar el problema, la situación o lo que nos duele.
Que ha sido por nuestro hijo, que queremos ayudarle y no podemos. Que ha sido porque en el banco nos piden el dinero adecuado y no lo tenemos.
O simplemente porque ya nos han dejado, nos han abandonado, ya no nos quieren, tenemos cada día, cada día un problema, no hay un día ni una persona en este planeta que no tenga un pequeño o grande problema, pero no sabemos escuchar nuestro corazón.
Si supiéramos escucharlo, tomar ese tiempo que son cinco minutos, el tiempo de maquillarse, porque nos saldremos a la calle sin maquillar, no saldremos a la calle sin ponernos una camiseta bien bonita, una camisa, una corbata, unos buenos zapatos.
Pero escuchar nuestro corazón, no tenemos tiempo, y él nos indica el dolor y preocupación, y él nos ayuda también a solucionarlo si lo escuchamos. Escucharlo es tranquilizarlo, es comprender por qué se acelera o por qué va más tranquilo, o por qué nos duele.
Y una vez que hemos comprendido, tenemos la solución.
Habéis oído hablar muchas veces, he tenido una corazonada y era justo lo que tenía que hacer, pues así es el corazón, escúchenlo. He tenido una intuición, sabía que me iban a llamar, sabía que iba a recibir noticias tuyas o una carta, o un dinero. Ese también es el corazón que nos habla.
¿Por qué no nos acordamos en ese momento donde todo nos parece oscuro y donde no encontramos solución ni respuestas? ¿Pensamos en un amigo, una amiga, en un ser querido y hablamos? O ir a pasear al parque más cercano o a un camino y poder ver los árboles, tocarlos, contemplar sus hojas y sus flores, y veréis que el corazón lo agradecerá.
Bajar abajo de vuestra calle, ir al primer kiosco y mirar las primeras páginas. Siempre son revistas de cotilleo, pero te cambian completamente el pensamiento de esa pena, de esa tristeza, de ese problema. Es escuchar el corazón.
Pensar sobre todo en esa persona que no quieres molestarla, pero es por educación, y es lo que tienes que hacer, llamarla, llamarla y decirle tengo una pena muy grande o tengo este problema.
Necesito dinero para el banco y tengo unos inquilinos que no quieren pagarme la mensualidad del mes, y no puedo echarlos a la calle porque tienen tres hijos incapacitados, pero yo necesito el dinero porque el banco también me echará a mí de mi casa.
¿Qué hago? Escucha tu corazón. Ni eres una malvada por echar a esa familia fuera de tu casa. Ni solucionarás el problema si la dejas, porque al contrario tendrás doble con tu banco y con tu economía.
Por eso escucha bien el corazón, si esa familia tiene que salir, que salga, no morirá ni estará en la calle. Siempre habrá alguien que sea de la sociedad o de fuera que les ayudará, pero tú al menos te habrás quitado ese dolor, ese peso, ese problema.
Si tienes alguien en el hospital, muy enfermo y sabes que va a ir a la Luz, no lo retengas, retenerlo es un sufrimiento muy grande, ayúdalo, háblale con la verdad, prepáralo con palabras dulces y suaves, que está la Luz a su lado, que viene el Maestro y su Santísima Madre a buscarlo, que va a ver su familia, que no tenga miedo, tranquilízalo.
Solo el miedo es el que nos impide escuchar nuestro corazón, por eso os repito, cada día os peináis, escuchar vuestro corazón. ¿Qué os dice? ¿Tenéis problemas? ¿Más? Mirar el lado positivo.
Como mejor solucionarlo y pedir ayuda, pedir ayuda. Aunque os parezca que no conocéis a nadie, hablar con alguien os ayudará a encontrarlo. Muchas veces no sabemos dónde encontrar un objeto que nos falta en casa o un buen electricista.
Y sin conocer a nadie en la ciudad, a la primera tienda que vas a comprar verdura o pan, a un comercio, le preguntas y te va a solucionar el problema. Porque esa gente conoce a muchísima gente, yo he hecho esa experiencia y me ha funcionado siempre.
Cuando tienes otro problema de papeles y me ha pasado también, por ignorante,
porque ahí está nuestro problema. La ignorancia nos hace tener miedo y ese miedo nos paraliza y ya no preguntamos, pero lo vamos guardando, guardando.
Y se nos va haciendo cada vez más una montaña que no podemos alcanzar y caemos en enfermedad o en depresión.
No me semillas, hay que luchar muy fuerte, igual que nuestra Fe, siempre fuerte, inquebrantable, siempre, y decir, hay alguien que sabe más que yo y encontrará la respuesta.
Efectivamente, en una gasolinera pregunté, tengo un problema con la electricidad, soy nueva, no conozco a nadie, y me dio varias direcciones, y pensé ¿cuál será el mejor?, ¿a quién tengo que hacerle confianza?
Llamé a los tres de los que me dieron. sólo uno dijo, “sí, estoy libre” y ese era el bueno. Arriba siempre nos ayudan, os he dicho mil veces que nuestro Ángel de la Guarda nunca nos abandona y siempre nos pondrá a la persona adecuada que necesitamos, siempre, siempre.
Otra vez, recientemente, me dolía una muela, y dije me voy a aguantar porque total me aguanto y se acabó, aquí no conozco dentistas.
Entonces Lucía, que es muy sabia, dijo, “voy al banco, tengo que ir al banco”, y a la banquera le dijo: “disculpe, ¿no conocería usted un dentista? Tengo mi amiga que le duele mucho un diente.”
“Ah sí, claro, mis padres van a un dentista muy cerca de donde ustedes viven, vayan que es muy bueno y les recibirá, pero hay mucha gente y mucha cola porque es muy bueno.”
Lucía de allí mismo llamó y le dijo: “¿a qué hora quiere venir?”
y dijo: “cuando usted quiera”,
“pues ahora enseguida”,
y subió del pueblo y dijo: “vamos corriendo”
Y allí nos presentamos y me recibió. El problema solucionado, arrancó la muela del juicio, se acabó el problema, y ya está, mis semillas, fíjense qué sencillo y qué rápido.
No conocíamos a nadie, a nadie, y esto ha sido para todo, para todo, arreglar un cerrajero, arreglar para el gasoil, arreglar una paleta. Todo, todo ha sido preguntando, si no, teníamos montañas aquí con unos problemas enormes, enormes.
Antes de ayer se cayó un nogal, que conocéis todos ustedes si han venido a la Rosa des Pyrénées, antigua Casa Templaria. Hay un nogal muy grande en el rincón de los enamorados, en el río, muy grande, muy antiguo, enorme, enorme.
Y con una ráfaga de viento muy grande cayó encima del tejado, gracias a Dios no hubo ninguno que se hizo daño, ninguno, nadie, nadie, no pasó nada. Gracias a Dios. En ese momento teníamos un grupo de Italia preciosísimo y no pasó nada.
No se alarmaron, no... Apenas se dieron cuenta, nada, pero el viento era terriblemente como un huracán, rompió la mitad del tejado, la canaleta, todo. Era un sábado, el sábado estaba todo cerrado, todo cerrado.
No había paletas, no había nadie, solución, llamamos a la alcaldía, estaba cerrada. El sábado cierran. Pero llamamos a su casa, había que decidir rápido, llamamos a casa del alcalde y dijo, hoy no trabajo.
Y le dijimos: “Es justo, señor alcalde, pero tenemos este problema.”
“Llamen a los bomberos”, llamemos a los bomberos.
Y nos dijeron que no era problema suyo porque si había caído un árbol, eso era cosa de la alcaldía o de nosotros, ellos se ocupaban del fuego o de rescatar a un animal o una persona.
Así que no vinieron ni bomberos, llamamos a la policía y dijeron: tampoco es de nuestra categoría.
Así que hicimos mucho ruido con el alcalde y dijo, “conozco a un señor que se dedica a cortar sólo árboles.”
Fuimos a buscarlo y dijo: “el sábado no trabajo,” pero vino con su esposa. Cuando lo vio enseguida dijo, “no se puede quedar así” y lo cortó.
Estuvo siete horas, siete horas cortando el árbol, tuvo que destrozar la mitad del tejado, pero al menos no hubo ni heridos, ni peligro y se arregló.
Os cuento esta historia porque es verídica, hay fotografías, y hoy Alejandra está con los seguros, porque es un accidente y el seguro tiene que arreglarlo. Así que veis, para todo hay solución.
Si Servidora se hubiera quedado pensando, hoy tendría una depresión,
no, mi Fe no me permite, porque sabemos que cada problema, hay una solución. ¡Es imposible! siempre hay una solución, siempre. Así que hay que escuchar el corazón, el corazón nos habla.
Hay un Sufí muy, muy, muy conocido del siglo XII. Es un Sufí que nació en Mucia, se llama Sofi Ravi. Si han visto Ertugrul, lo conocerán porque sale en ese episodio, es un sabio, es un santo, y él decía, del siglo XII.
Esas palabras son del Sufí, Fendi Ravi, es maravilloso, maravilloso. Es cierto todos los filósofos han hablado y hablan que, tenemos nuestro cuerpo, que es la máquina perfecta, en dos categorías, el cerebro y el corazón.
Hablan del corazón porque el alma, en aquella época no se podía explicar, hoy sí, pero el Alma, el Espíritu y el Corazón siempre van juntos, siempre. El ser humano nace siempre con un gran corazón y su alma con una pureza intachable.
Y su espíritu es la Luz Divina que llevamos dentro desde el inicio, nuestro primer aliento hasta el último aliento. Hay dos caminos, mis semillas, el camino bueno que elige nuestro corazón si lo escuchamos y nos llevará siempre a la felicidad, a ese camino recto, ese camino de Luz, ese camino de la Verdad, es el perfecto.
Es el que cada día, cada día que tenemos problemas, que tenemos... Y Dios sabe que nuestra vida es de sacrificio, de dolor y de todas las complicaciones humanas. Pero cada día es una alegría, cada día es una sonrisa y cada día tenemos una belleza.
Ese es el camino bueno, y después está el camino malo.
El camino malo es la persona que no quiere ver la rectitud, que no quiere ver la verdad, que no quiere reconocer la dignidad y el amor propio, que no quiere amar a nadie y pensar en el egoísmo, solamente en él.
El egoísmo vive con nosotros, pero tenemos que cerrarle la puerta porque nos ciega, ese egoísmo nos hace elegir el camino malo, el que llega a hacer cosas malas, el de la envidia, el de los celos, el que nos pierde.
Sin saber, porque creemos que hemos elegido el buen camino y es el malo, en el momento que hay celos, envidias o que deseamos pisar a alguien o subir por encima de otros, ese es el camino malo. El que desea el mal del otro o del mejor amigo, ese es el camino malo.
El que desea la novia, el amigo, la amiga del otro, ese es el camino malo, aceptemos lo que encontramos, aceptemos lo que tengamos, aceptemos lo que la rueda de Buda nos da.
Y esa será nuestra obediencia por elegir el camino bueno.
Si sabéis escuchar el corazón, podréis contemplar cada día la belleza, cada día encontraréis una flor, un árbol, un río, un paisaje, un animal que viene hacia vosotros. Me refiero, un animal doméstico, puede ser también un bambi que ha cruzado vuestra carretera, puede ser un pájaro, puede ser una flor, o un hombre, una mujer, una persona que os ha dicho una palabra, solo una palabra, sin conoceros, ¡y os ha gustado tanto!
O puede ser también entrar en un lugar y escuchar un mensaje, solamente el final de un discurso, de una conversación, y repito, puede ser esa palabra que estábais esperando, que no era para vosotros, pero que estaba dirigida a vuestro corazón.
Escuchando muchas veces, oímos conversaciones, y dentro de ellas hay algo para cada quien, estar siempre atentos al corazón, y mirar alrededor vuestro, y encontraréis esa belleza, plantar un árbol, plantar una planta.
Ayer un chico joven le enseñé y le dije, si plantas estos rosales, vas a echar raíces, es el principio de una vida, si echas raíces el árbol crece, y cuando sopla el viento no se caerá, igual que tú. Si tienes raíces podrás tener proyectos, ideas, realizaciones.
No estaba contento porque tenía que ensuciarse las manos, trabajar, buscar tierra, y lo hizo, pero se equivocó, y entonces, lo tuvo que deshacer y volver a hacer, y fue ahí donde comprendió que cuando quieres el camino bueno tienes que hacerlo con corazón, con cariño y todo te sale bien.
Había dejado el papel, había dejado una malla tirada en el suelo y le dije, “la naturaleza deja las cosas, ¿deja la basura tirada?” y me respondió con una sonrisa pícara, “no, lo deja limpio,” “pues ya sabes lo que tienes que hacer.”
Igual que un niño trabí eso, lo cogió y lo tiró a la basura, pero comprendió muy bien que las raíces son lo principal que tenemos que cuidar para que crezca esa rosa, contemplarla. Ella nos devuelve el aroma, el perfume y la esencia de la vida.
Eso es lo que he aprendido del Maestro de Tiberiades, la rosa da la esencia de la vida porque guarda dentro de ella ese néctar, ese perfume tan profundo como esa madre tan hermosa que se fueron sus dos Ángeles que ahora están en la Luz y ella decidió elegir los dos caminos, tenía el malo irse con ellas, o el bueno ¡y eligió el bueno! y el Maestro de Tiberiades, la guió con la Madonnina y ¿sabéis a dónde? a plantar rosas, a conocer la tierra, a tocar la tierra, a plantar plantas, y sí, tengo dos rosales preciosos, su nombre, Alessandra, he dudado en decirlo, pero ella se conocerá.
Alessandra, la rosa más bella, más bella de la Tierra y del Universo, gracias por esos rosales que van a dar ese fruto con la esencia de la vida y del perfume. ¿Qué lección has hecho y qué lección nos das a todos?
Porque la Tierra es nuestra madre y las flores es el perfume del Universo, gracias a ti, muchas almas van a sonreír, a amarte, a ser felices y los humanos a contemplar.
Eso es mi compartir hoy con ustedes.
Amaros y que améis, cada día, cada día a vuestro corazón, escucharlo porque ahí veréis ese aroma, ese perfume y esa belleza.
Amar vuestro corazón.
Con todo mi amor,
Vuestra Jardinera.