🎧 Escucha el Mensaje en la voz de La Jardinera
En los reinos del Japón, de Asia y también de Europa había un rey que vivía muy feliz porque él adoraba los dragones, sólo hablaba de dragones y sólo amaba los dragones y sólo quería dragones.
Hizo construir su castillo en forma de dragón, los muebles tenían la cabeza del dragón, el cuerpo del dragón, los sillones tenían unas patas de dragón, todo era dragón dentro del palacio, uno serán dorados, los otros de colores, pero todo en oro.
Al exterior tenían unos jardines preciosísimos, que tenía fuentes, adivinar cómo eran las fuentes… todas eran forma de dragones: un dragón pequeño para una fuente, dragones pequeñitos para hacer toda una avenida, donde por la boca le salía chorritos de agua, igual que la Alhambra de Granada, mi sueño hermoso.
Y en las grandes fuentes eran dragones espléndidos, grandes, con un gran chorro que le salía de la boca de agua, donde se extendían cascadas. Era una maravilla, todo, todo, todo, El jardín había flores, arbustos, árboles, pero también con forma de dragón.
Tenía los mejores jardineros que trabajaban especialmente para dibujar y darle la forma de dragones. Tanto era así que sus joyas y anillos eran dragones en miniatura y llevaba colgado en su tórax, en su pecho, llevaba un dragón de oro, precioso con perlas, esmeraldas, rubís, diamantes, era una joya única.
Todo, todo era dragones, todo era dragones. Hizo vestir a sus soldados de color rojo y dorado, representando los dragones, y el rey vivía feliz.
Un día le dijo a sus súbitos: “Me gustaría tanto ver un dragón si existiera de verdad, solamente verlo, sería el hombre más feliz del mundo, eso sería mi felicidad completa.”
Y una noche estaba muy tranquila la ciudad, asible, hacía una brisa suave, dulce, se abrieron de pronto las ventanas de palacio, de la habitación del rey, se abrieron de golpe de par en paz, hicieron mucho ruido y el rey se despertó y tuvo miedo.
Porque dijo: “¿qué es ese viento?, ¿qué es ese ruido?”
Y entonces miró por la ventana y de pronto vio que abrió una boca enorme, voraz y empezó a salir una chispita de fuego, más fuerte, más grande, más grande.
¡Una llama enorme!, que empezó a quemar los papeles que habían, todo lo que había en una mesa. El rey cogió tanto miedo que miró y dijo: “no puede ser, es un dragón.” Llamó a su guardia: “¡Guardias, Guardias, guardias socorro, matar a la bestia, matar a la bestia!”
Los guardias pensaban que era una bestia que nunca habían visto, en efecto nunca la habían visto, y lo mataron. Llegaron tantos, tantos guardias y lo mataron.
Una vez que lo mataron, el rey se acercó y dijo: “a partir de hoy no quiero nunca más dragones, que los destruyan, destruir todo lo que se parezca un dragón.”
Mis semillas, amadas,
¿Qué pasa cuando a veces queremos alcanzar sueños que se nos quedan en ilusiones? Y no se puede tener esas ilusiones imposibles, porque tenemos que ser realistas, soñar es bueno, lo que más cuesta es realizar ese sueño, pero la fantasía siempre será fantasía.
Entonces no queráis ser héroes o heroínas de esas películas o de esos dibujos animados o de esos cuentos que no existen. Hay que ser más realistas y luchar por obtener esos sueños con los pies en el suelo.
Realizar los estudios, tener una buena profesión, realizar algo que sea único y que os pueda dar una buena empresa, tener iniciativas para poder hacer un buen catering, una buena cocina, unos buenos pasteles, unas buenas paellas, unas buenas galletas de mantequilla, esos sí que son realidades, sueños que se hacen, que se cumplen, pero sobre todo la fantasía quitárosla, porque nunca se podrá alcanzar, no existe.
Así que vamos a dejar a ese rey, porque los reyes sois vosotras, mis semillas, hombres y mujeres, todos sois reyes y reinas, todos de vuestro corazón, de vuestra alma, que es muy grande y donde reináis y vuestro reino es el Universo.
Con todo mi amor,
La Jardinera.