🎧Escucha el Mensaje en la voz de La Jardinera
Mis queridas semillas,
Hemos visto varios episodios de Chosen y nos encanta y cada vez repetimos y cada vez volvemos a verlos porque es algo extraordinario recordar lo que nuestra alma ya ha oído, ha aprendido y ha olvidado.
Al ver de nuevo esta serie, que es la más auténtica refiriéndose a la vida de Jesús, del Maestro de Tiberíades, es la más auténtica y os pido por favor que la veáis, sobre todo que escuchéis los diálogos.
Lo primero que dicen los apóstoles, sus hermanos que decían, los apóstoles decían: “Maestro, ¿nos lo quieres explicar un poco mejor?, no hemos comprendido” y él los miraba con una profundidad en sus ojos, al mismo tiempo con un dolor.
Y pensaba que lástima, les estoy hablando sencillamente y no me comprenden, les hablo con la verdad y no escuchan. Entonces decía: “más adelante os lo explicaré, se está acercando el día.”
“¿Pero el día de qué? ¿de irnos a pasear?, ¿de irnos a comer?, ¿de irnos a otra ciudad?”,
y él los miraba, sabiendo que lo más doloroso se acercaba, y así somos nosotros, cuando nos hablan muchas veces no estamos preparados para oír la verdad.
¿Y qué hacemos? La rechazamos y nos ponemos a renegar, a reestongar. No la aceptamos y no nos gusta, y claro, no queremos comprenderla y aún estamos peor. ¿Qué decimos? “Ah, no he comprendido”, “no lo había oído”, o “yo no lo escuché”, o “¿quieres decirmelo? que yo no estaba ahí”
¿Cuántas veces lo hemos dicho y lo diremos? ¿Cuántas veces, cuántas veces? Reflexionar en estas palabras que son tan sencillas pero que ni siquiera queremos recordarlas porque son sencillas pero auténticas.
Esto me hace pensar que en una escuela, el profesor que enseñaba, un señor, muy buena persona, les explicaba siempre a sus alumnos y terminaba por una parábola, siempre terminaba por algo y un día uno de los alumnos le dijo:
“maestro, ¿por qué siempre nos cuenta una historia y no nos explica el significado? En vez de tanto hablar, díganos el significado, díganos cómo termina la historia, explíquese porque no comprendemos y la historia está no acabada, siempre nos hace igual, profesor.”
El profesor inclinó su cabeza y se quedó un momentito pensando, la levantó y los miró y dijo, “disculparme, tienes razón", le dijo al alumno, “tienes razón, ahora te lo voy a explicar.” Y mirando la mesa había un plato de fruta y le dijo al alumno, “¿te apetecería comer un melocotón?”
Y él dijo, “claro, sí.” Entonces el profesor le dijo: “bueno, ¿me permites que te pele el melocotón?”
El alumno con tanta amabilidad se encontró muy alabado, muy... Bueno, se le subió el ego y dijo, “sí, sí, por favor, hágalo”.
Entonces el maestro cogió el melocotón, el cuchillo, lo peló, cuando estaba pelado le dijo: “Bueno, ahora que ya estoy, es que te haría placer si te lo corto en trocitos para que puedas comerte lo mejor.”
“Ah, pues sí, eso me gustaría, con mucho gusto, hágalo.” Y el alumno más contento dijo: “quién soy, que me merezco tantas atenciones.”
Y el maestro cogió el melocotón, una vez pelado lo cortó a trocitos, se lo puso en el plato, un tenedorcito, y cuando estaba en el tenedor, en el plato y el tenedor le dijo, bueno, ahora sí permites, voy a masticarlo, yo primero y después te lo daré masticado.
“¡Ah!”, dijo el alumno, “¡no, eso no!”. Y el maestro, el profesor, se quedó mirándolo, los alumnos también, y le contestó:
“ahí tienes la respuesta, porque cada día os hablo el último curso con una parábola, y vosotros me decís que el cuento no lo comprendéis, si os lo quiero explicar, es igual que el melocotón, si os mastico el melocotón, ¿cómo sabréis hacerlo vosotros? ¿Cómo comprenderéis cómo se hace? ¿Y cómo sabréis el valor que tiene?, la parábola o el cuento que vosotros decís, que os cuento.”
Mis semillas son las mismas palabras que pensaba el maestro de Tiberíades, cuando les hablaba.
“Mi hermano Santiago quiere estar a tu derecha y yo a tu izquierda, señor”, no se daban cuenta que no era una parábola, que no era una historia, que era mandarlo a la muerte.
No comprendieron cuando les dijo: “Santiago, Juan, ir a labrar el terreno de ese campo, pensaban que eran los elegidos” “¿y para quién es este campo y de quién es?”
Entonces los llevó a un matrimonio que no tenía nada para comer ni para vivir y el señor había tenido un accidente y no podía andar.
Y le dijo, “son de ellos”
Se quedaron desilusionados porque siempre pensamos que somos los mejores, los más grandes, que tenemos prestige o caché, siempre pensamos que tenemos algo, en realidad olvidamos que si queremos comprender empecemos por pensar, analizar y sobre todo observar, escuchar y comprenderemos cada palabra de las personas que nos hablan a veces en bajito porque tienen vergüenza de lo que dicen o de las que chillan y no saben lo que dicen.
Recordar a ese profesor y el melocotón, así aprenderéis queen cada palabra hay siempre un misterio y una razóny que hay un por qué y no siempre se explica,cada quien tiene que encontrar su respuesta.
Con todo mi amor,
La Jardinera