🎧 Escucha el Mensaje en la voz de La Jardinera
Mis queridas semillas,
En un país como tantos que hay, había una familia que se dedicaba a lavar ropa.
Y poco a poco lavaban ropa, hasta que se hicieron muy conocidos y empezaron a tener mucha fama y cada vez les traían más ropa, más ropa, mucho más ropa, y continuaban a lavar.
Hoy podríamos llamarlo un pressing o una lavandería y estaban tan contentos, que decían, “mira, si ahorramos dinero, podremos tener para más tarde hacer un viaje, podré llevar a nuestros niños, poder comprarlos un jardín, y plantaremos tomates, patatas” y soñaban, pero ellos estaban contentos.
Cuando pasó ya bastantes años se habían dado cuenta que de tanto lavar con las manos, os hablo de hace ya años, las manos estaban todas estropeadas por el agua fría, por la plancha y dijeron los dos, “tenemos que encontrar algo para cuidarnos las manos, estas quemaduras, este frío y buscaron y entonces encontraron una pomada, mejor dicho, un ungüento.
Buscaron hierbas, empezaron a hervirlas, a prepararlas, echaron aceite, mezclaron también sus ingredientes secretos, como perfumes de rosa, de azafrán y salió una pomada buenísima. Se pusieron ellos primero en las manos y al día siguiente ya no tenían heridas.
Dijeron “que bueno, bueno, pues ya podemos continuar, ¡qué felices somos!”. Y al día siguiente vino alguien y dijo, “mi hijo se ha caído y se ha hecho una herida, no sé cómo curarla.” Y esta señora de la lavandería le dijo, “mire, tengo una pomada que a nosotros nos va muy bien”, póngale un poquito y le dio una poca.
La madre le puso la pomada, al día siguiente el niño ya estaba curado y fue y dijo, “quiero más”, “bueno, espero un poquito.”
Y después otra vez vino otra madre, después vino el esposo, después vinieron gente y todos pidiendo la pomada.
Se iba diciendo de boca a boca, de boca a boca, de puerta en puerta y así se fue multiplicando, primero la pomada, después un tarrito de pomada, después hicieron otro, después otro, hasta que se creó una fábrica.
Y por allí pasó un joven, era un soldado, y dijo, “me voy a la guerra, pero me duele mucho un hombro, porque me he herido, pero tengo que ir a la guerra para defender la patria, el país.” Y le dijo, “póngase esta pomada,” se la puso y a los cinco minutos dice, “uy, esto es medicina santa”, dice “es muy buena.”
Y salió y volvió a entrar, todo el dinero que tenía le dijo, “deme toda la pomada que tenga,” “pero tengo mucha”, “démela.”
“Y voy a ir a buscar todo el oro y las monedas de oro que tengo” y fue a buscar sus ahorros, sus monedas y lo compró.
Cogió la pomada y se fue a su país donde estaba en guerra y allí fue a ver al príncipe y le dijo: “príncipe tengo una pomada y me presento para ser voluntario y curar a todos los heridos” y le dijo “tienes mi permiso, pero los heridos de guerra no van a curar porque una guerra siempre es mortal o mueren o quedan muy mal.”
“príncipe, déjeme que vaya yo a cuidarlos déjeme que vaya a la guerra para cuidar a todos los heridos” y el príncipe dijo: “puedes ir pero te prevengo: las guerras son muy malas.”
El soldado estaba tan seguro tan seguro, tan contento, tan contento que fuera guerra y allí se encontró la batalla empezaron unos a caer muertos, los otros heridos y él iba con su pomada, a los que estaban heridos le pasaba pomada los dejaba un poco tranquilos y cuando se daba la vuelta ya se habían levantado, iba a otros y así hizo todo el campo de batalla.
Finalmente ganaron la batalla cuando terminó la guerra fueron a ver al príncipe, el príncipe dijo “¿qué ha pasado? ¿dónde están los heridos?” y dijo: “heridos no ninguno sólo algunos que ya se han ido a la Luz, seguro que era la hora, pero el resto todo tiene regimiento hasta aquí, delante de vos, príncipe”, y el príncipe lo miró y le dijo, ”cuando me hablaste desconfíe, te dije ves, pero pensé pobre chico lo van a matar. Él cree en su pomada, pero los milagros no existen hoy me inclinó hacia ti puedes pedirme lo que quieras que te lo daré,” el soldado le dijo “sólo continuar con la pomada, creo en ella, creo en ella”, pero el príncipe le dijo, “te voy a dar un reino”
Y le dio un reino vecino donde había un castillo, donde tenía también un ejército y donde el soldado fue el señor del castillo, pero el soldado guardaba su pomada.
Mis semillas, me gustaría que comprendieras lo que no he dicho, la pomada cura, es cierto como los medicamentos, pero lo que curaba eran sus manos, era su Fe, su Voluntad y el Amor que tenía, esa confianza que tenía en sus manos.
Por eso hubo esos milagros, ¡porque confió en sus manos! con la pureza, porque se olvidó de la soberbia, porque aplicó la humildad, porque se olvidó de la arrogancia, del orgullo, porque se olvidó de la envidia de los celos, porque se olvidó de él y logró salvar tantas vidas como hoy vosotras y vosotros maestros con vuestras manos guiais las Almas y salváis Almas
Leer lo que no está escrito y lo comprenderéis, con todo mi amor,
La Jardinera.