🎧 Escucha el Mensaje en la voz de La Jardinera
Mis queridas semillas,
En un pueblo de montaña, en los Alpes, todo estaba verde, se despertaba la primavera, era una maravilla ver los árboles, los pinos, las primeras flores, narcisos, las primeras margaritas, le perce neige, es una flor pequeñita, blanca, que aunque haya un poquito de nieve, siempre sale, no tiene miedo, son las primeras flores de la primavera, son como campanillas.
Y empezó a despertar, como ya sabéis, las primeras son las marmotas.
Despiertan, salen, observan, huelen el aire y ahí reconoce si ya está la primavera o si el invierno no ha terminado. En ese momento salió una zorra, que son preciosas, tienen muy mala fama pero son muy bonitos los zorros.
Unos ojos preciosos, un pelo magnífico color rojizo y una cola blanca, muy bonita. Era joven, viva, lindísima, empezó a salir a oler y le venían olores frescas de la naturaleza, de hierba. Cerca había un río donde siempre bebía agua y donde iban todos los animales a bañarse, a beber y a pescar.
Esta zorra estaba llena de vida y dijo me voy a bañar porque el agua está demasiado buena, fresca y cristalina. Empezó a bañar, a saltar, contenta, pero de golpe hubo una nube y el sol se escondió y dijo que pasa, no se dio cuenta y vino una tormenta.
Empezó a nadar, a nadar, a nadar, pero no pudo luchar contra la corriente de agua y se la llevó río abajo, río abajo hasta que llegó a un lugar donde había una cascada y cayó al fondo, empezó a nadar, a nadar, pero no podía salir.
Y los golpes del agua y de las piedras la habían llevado a la orilla de ese río, estaba magullada, estaba herida, estaba bastante mal. Y de pronto viene un erizo, un erizo es animalito que es pequeñito y tiene unos pinchos, que cuando no quiere que lo acaricien o ve un enemigo, ¡clin! salen todos los pinchos y nadie puede tocarlo.
Un erizo. Y vino y la vio y dijo, “¡uy, qué mal estado estás! ¿Qué te pasa, amiga zorra?”
“He tenido este accidente, no he visto llegar, la tormenta, he caído y estoy muy mal herida.” Dije, “pero te voy a ayudar, porque no es las heridas, es que estás llena de moscas, estás llena de moscas, ¡te voy a quitar las moscas!”
Y la pobre zorra estaba comida de moscas, le estaban chupando la sangre, no podía moverse. Y le dijo la zorra, “no te muevas, erizo, déjame así, déjame no me toques.”
“Pero, ¿cómo me puedes decir eso? Déjame ayudarte, sacarte de ahí, te sacaré las moscas y podrás salir.”
Y le dijo, “no, mi amigo, tengo que esperar, porque las moscas estas que tengo pronto estarán llenas de mi sangre.”
Hace ya tiempo que están chupando mi sangre y pronto ya estarán tan gordas, tan llenas que se irán. Y si tú las sacas, van a volver otras y terminarán de chuparme la sangre que me queda. Pero si las dejas, se irán y cuando se vayan, entonces yo podré salir poco a poco y saldré. Y entonces podré llegar a donde está la pradera, reponerme y vendrán a buscarme la manada, todos los zorros y el equipo y el grupo. Pero te doy las gracias, erizo.”
El erizo, muy triste, bajo su cabecita y se fue.
Y dijo, “no comprendo”, mis amadísimas semillas, muchas veces, no sabemos decir no.
¿Y qué pasa? ¿Cómo no nos atrevemos a decir no? Decimos, sí, bueno, de acuerdo. Y en vez de hacernos un favor, nos hacen lo que no queremos.
Y después, estamos de mal humor. Otras veces vienen a pedirnos un favor. “¿Nos puedes prestar tu cama?” Y no nos atrevemos a decir no. “Sí, sí, entra. Puedes cogerla, vente, no la necesito. Y después, cuando nos devuelven el mueble, está roto.
Por ejemplo, una cama rota, y no nos dicen nada, pero no podemos decir nada porque no hemos dicho no, mis semillas, hay un momento donde tenemos que cerrar la puerta y decir no, por nuestro bien, como esa zorra, por nuestro bien, para coger fuerzas, para mirar como mejor podemos actuar, como mejor podemos vivir y ayudar después a aquellos que nos necesitan.
Hay que saber decir no, hay que saber cerrar la puerta y otras veces hay que abrir los brazos grandes y decir ven, abrázame, dame un abrazo, dime que me quieres como yo te amo, dime que soy linda como tú eres hermosa, hay que aprender, esa zorrita nos enseñó y muchas veces queremos hacer el bien, pensemos antes, reflexionemos y después actuamos, pero primero pensar.
No os preocupéis, aquella pequeña zorra, cuando se fueron las moscas, poco a poco, fue nadando, llegó bien y ya estaban esperándola, sus hermanas, sus amigos, la llevaron a casa, la limpiaron, le dieron de comer, se acercaron a ella y se pusieron a dormir a su lado, le dieron calor y al día siguiente de nuevo se levantó, bonita, linda, fresca, y mirando de nuevo el sol, y dijo, “antes de bañarme, esperaré que el sol caliente un poco más”.
Encontró a su amigo y le dijo, “gracias, mañana si me necesitas llámame, ahí estaré.”
Con todo mi amor, ahí estaré con vosotras,
mis amadas semillas,
Vuestra Jardinera.