🎧 Escucha el Mensaje en la voz de La Jardinera
Mis queridas semillas,
¡Qué alegría! Porque la historia de hoy que os voy a explicar, tenéis que aplicarla en la vida.
Había un matrimonio que se amaba mucho, pero el marido era un poco conflictivo, ya sabéis, de aquellos maridos que nunca están tranquilos, siempre tienen que hacer algo.
Este marido le daba por ir a un banco, atacar a un banco, le daba también por ir a robar un coche, y después lo vendía, hacía cositas que no eran muy buenas, pero es como él vivía.
Y un día lo detuvieron y lo metieron en la cárcel, en una cárcel de alta seguridad, que de allí no podía salir. Pero su esposa, que lo amaba mucho, mucho, mucho, no podía vivir sin él. Y decía, “yo no puedo vivir sin mi marido, tengo que sacarlo de esta cárcel.”
Y le dijeron, “es imposible, nadie, nadie ha podido salir de allí, es imposible, quien entra ya no sale nunca más.” Y dijo, “bueno, yo tengo que sacarlo. Sea como sea, yo me añoro y lo quiero, a mi marido.”
Su marido, estaba encerrado en la cárcel y empezó a llorar. Y le dijo, “¿por qué lo habré hecho?, ¿por qué lo habré hecho?, ¿por qué lo habré hecho? Ahora yo estaría con mi esposa calientito, podríamos ir al cine, podríamos salir,” pero estaba ahí encerrado, así que lo aceptó y tenía una vida muy triste.
Su esposa se pasó todo un día buscando, y buscaba, y buscaba, la gente la observaba, y se encontró un escarabajo y la gente lo miró y dijo, “¿qué va a hacer con el escarabajo?”
Dice, “bueno, la pobre mujer está sola, será su mascota”.
Se llevó el escarabajo a su casa, y la esposa cogió un hilo de seda, muy fino, muy fino, y lo fue estirando, estirando, estirando, estirando, y entonces se lo ató a la pata del animalito. El escarabajo era tan fino que no se dio cuenta ni lo sentía. Y entonces le puso en las dos antenas del escarabajo, le puso miel, el escarabajo, al oír y sentir la miel, quiso chuparla, lamerla.
Y entonces la lamió y vio que era muy buena y quería coger más, pero más levantaba la cabeza y más las antenas se iban hacia atrás. Entonces empezó a andar, a andar, y cogió su esposa y lo puso en la pared de la torre más alta donde estaba su marido en esa prisión.
Lo puso allí y lo fue empujando, empujando y el escarabajo cada vez que olía la miel, cada vez iba detrás de la miel, detrás de la miel, detrás de la miel. Y comprendió que si no levantaba la cabeza y andaba más deprisa, más miel tenía.
Así que corrió, corrió, corrió, corrió y llegó hasta las rejas donde estaba el marido.
El marido, al ver el escarabajo, lo cogió y dijo: “un ser vivo,” pero se dio cuenta enseguida que en su pata había algo casi invisible y era el hilo de seda.
Empezó, se lo desató al escarabajo, lo dejó en el suelo, le dio un poquito de su pan que tenía. Entonces empezó a tirar el hilo, tiró el hilo, el hilo de seda, lo fue tirado, lo fue tirando, lo fue tirando, lo fue tirando y al final del hilo había un cordoncito muy fino, muy fino, muy fino.
Tiró el cordón, el cordón lo fue tirando, tirando, tirando y después del cordón había otro cordón más grueso.
Tiraba, tiraba, tiraba y después encontró una cuerda y tiró de la cuerda y esa cuerda ya había otra cuerda mucho más gruesa y más larga, tan larga que pudo atarla en su habitación de la cárcel, como pudo sacó la reja porque nadie se había escapado de allí, así que esa reja nadie intentó tocarla, el atoco se abrió y entonces sabía que era imposible saltar pero como ató la cuerda pudo salir poco a poco todo lo largo de la torre y al llegar abajo, no había nadie, porque sabían que nadie podía salir, pero al final del campo había una alambrada y detrás de la alambrada ya estaba su esposa esperándolo, subió en el coche y se fueron.
De allí se fueron a vivir a un país donde nadie más supo donde pasó aquel hombre que había estado en la cárcel, él se convirtió en una persona buena, trabajó su huerto, su jardín. Ella era la más feliz del mundo porque nunca más se separaron y fueron muy felices y siempre pensaron en los escarabajos y en todo lo que podría salvar a otras vidas, fuera en el agua, fuera en la ciudad, o donde se encontraran.
Quería compartir esta historia porque la moraleja es: que cuando una persona quiere y tiene amor no solamente puede levantar montañas sino también sacar de la torre más alta del mundo a la persona amada, así que mis semillas, por muy imposible que sea vuestro trabajo, buscar trabajo, buscar una compañera, un compañero, buscar la felicidad, buscar hacer el bien, no perder el camino recto, hablar, hablar de vosotros, decir por donde habéis pasado, las penas que habéis tenido, las alegrías, contar vuestra vida, y las puertas se os abrirán.
Y podréis ganar y triunfar, como el escarabajo, un animal tan diminuto pudo salvar a un hombre tan grande.
No os fiéis de la talla, sino de vuestro amor, y de lo que queréis hacer de él.
Con todo mi amor,
La Jardinera