🎧 Escucha el Mensaje en la voz de La Jardinera
Puedo deciros que la chimenea viene ya, de los tiempos tan remotos, de cuando, por casualidad, los primeros hombres que andaban erectus, no conocían el fuego, no conocían nada. Comían todo crudo y por casualidad cayeron unos rayos del cielo y al caer se encendió un árbol y hubo fuego. Entonces ellos tuvieron muchísimo miedo, mucho miedo, porque desconocían algo que era vivo pero que no podían tocar.
Algo que veían, pero que no podían acariciar, algo que les llamaba tanto la atención porque les daba luz en las tinieblas y no podían ponérselo encima. Entonces uno de ellos cogió una rama y fue y se acercó al fuego y vio que la rama se encendió y tuvo mucho miedo y la tiró pero enseguida se encendió otra cosa. Los otros empezaron a coger ramas las encendían, las apagaban, frotándolas en la tierra y después de nuevo las encendían y dijo: “esto puede ser un milagro, puede ser un misterio, o ¿de dónde viene? ha caído del cielo.”
El cerebro en aquella época era muy primitivo.
El hombre justo tenía para unos pensamientos, sus ojos para ver, los oídos para oír, la nariz para sentir, el olfato para sentir y efectivamente la boca para poder sobrevivir.
Pero no hablaban, eran sonidos, eran gemidos, no podían tener una explicación fluida, no podían dar nombres, no podían nombrar a los objetos, a lo que veían, a lo que sentían. Por eso era tan importante para ellos el fuego.
A partir de ahí, encendieron una rama, después pusieron varias y toda la noche la tuvieron encendida, había un vigilante y al día siguiente cogieron la rama y se la llevaron encendida.
Se llevaron carbones, lo que quedaba ya del fuego apagado se llevaban unos carbones y con esos carbones, conservaban para poder con la llama ponerlos al carbón y se encendía enseguida y así iban transmitiendo de uno en uno y de tribu en tribu el fuego.
Ahí comprendieron un día que se les cayó un trozo de carne mientras que estaban cenando alrededor del fuego y vieron que tenía un olor diferente y un gusto diferente. A partir de ahí empezaron a hacer la carne grillada que hoy llamamos y saboreamos tan buena.
No tenían sal porque desconocían, no tenían, había hierbas pero desconocían que podían servir de especies y poco a poco, ellos fueron descubriendo lo que hoy tenemos con tanto valor en nuestra chimenea el fuego que es la vida.
Es la vida y elementos vitales para todos los orientales, que no pueden hacer nada si no han consultado los cuatro o cinco elementos que ellos tienen. Es la vida, esos cinco elementos es la vida primordial para la humanidad así que nosotros podemos sentirnos privilegiados que tenemos una chimenea y era mi sueño, la hubiera hecho igualmente no puedo vivir sin chimenea, para mí es que es algo quizás muy ancestral, pero es la chimenea, es el alma de la casa, porque con la chimenea puedes comer, vivir, calentarte, dormir y no pasar frío.
Estamos aquí para compartir una de las historias que conocéis, bonitas, y siempre nos dan mucho que reflexionar.
Son muy simples y sencillas, pero ya conocéis a Servidora como
ella misma.
Había una niña preciosa, una buena niña, estaba trabajando y cuando terminó la escuela llegó a su casa y se fue al jardín. Su mamá ya le había dejado la merienda preparada, ella se fue al jardín.
Estaba jugando, se columpiaba, miraba las flores, estaba muy feliz.
Y dijo, “los deberes los haré después, pero ahora voy a jugar.”
Su madre la llamó y le dijo,
“¡Hola, hija! Hace tiempo que has llegado,”
“no, mamá, he llegado.”
“¿Dónde estás?”
“En el jardín, estoy jugando.”
“Muy bien, hija. Ahora llego del trabajo.” Y la madre contenta, con muchas ganas de abrazar a su hija, llegó a su casa, dejó su bolso, dejó su chaqueta, se puso su chándal y, mirando por la ventana, vio que su hija llevaba dos manzanas, rojas, rojas, rojas, preciosísimas.
¿Cuál de ella más bonita? Y le llamó la atención porque llevaba dos.
Y dijo que bueno, mi hija, está merendando o va a merendar.
Y la madre dijo, ¡oh, qué bien! Me comería una manzana. ¡Qué bueno, qué gusto!
Ahora que he terminado del trabajo, voy a ir y veo a mi hija, primero voy a abrazarla.
Y salió.
“¡Hola, mamá!”,
“¡hola, hija!”
“Mira, cariño, ¿cómo has pasado el día?”
“Muy bien, he jugado con mis amigas, he estudiado, hoy ha sido un día muy bonito.”
“¿Y tu mamá?”
“también, también, todo ha ido bien.”
Y la madre le miraba las manzanas.
“¡Hija, qué manzanas más bonitas tienes!”
“¡Qué hermosas son! Tienen un color tan rojo como las cerezas cuando están en el árbol.”
Y la madre se moría de ganas de comerse una. Y entonces dijo, “bueno, me dará una, mi hija.”
Viendo que no lo hacía, le dijo “me comería una manzana, si me la dieras,” y la hija la miró y cogió la manzana de su mano derecha y la mordió, se comió el mordisco, y vino a su madre pero de nuevo cogió la manzana de su otra mano y la mordió.
La madre la miró y se le encogió el corazón porque pensó, ¡Dios mío, es mi vida, mi hija!
Yo vengo a verla, mi hija, solamente quería si quería darme una manzana, pero bueno, es su decisión. “Bueno, mi hija, está bien, te dejo jugar y voy a preparar la cena.”
Y dijo “no, mamá, siéntate conmigo.”
“Ven aquí, siéntate, mira, mamá, te voy a explicar. Esta manzana, las dos son iguales, ¿las ves? Son hermosas, son preciosas, pero antes de ofrecérsela, he querido saber cuál era la más dulce. La primera la he probado y es ácida, es muy bonita, pero es ácida y la segunda tiene un sabor a miel y dulce y agradable, esta es la que te vas a comer, cómetela conmigo, tú te comes esta y yo me como esta. Y después continúo jugando y ya te ayudaría a poner la mesa.”
La madre empezó a llorar, cogió la manzana y se la comía llorando y tragándose las lágrimas.
Y la hija, contenta y feliz, porque había compartido la manzana que había dedicado para su madre.
Mis semillas, muchas veces nos ha pasado que cuando vemos a nuestros hijos tener una fruta, una golosina, hemos pensado, somos la madre, nos la va a compartir. Y vemos que tranquilamente los niños se la comen, a veces no piensan otras veces, porque son niños.
Pero no viene en su pensamiento de decir, me lo voy a comer para que mi madre no participe.
No.
Es que a veces nos ha pasado también con nuestras mejores amigas, con nuestros vecinos, con nuestra familia, con los extranjeros, que estamos esperando que nos ofrezcan algo de lo que ellos están comiendo o participando.
Y a veces no lo ofrecen o lo ofrecen más tarde, o nos dan lo mejor.
Pero el primer pensamiento ¿cuál es? - ¡Qué dolor! mi hija no ha pensado en mí
Ese es el primer pensamiento, que toda madre o padre tenemos, que todo ser humano nos viene, pero nos puede venir también de otra persona, que estamos deseando que comparta algo con nosotros, pero que esa persona no sabe nada, y de pronto nos ofrece.
Y ahí pensamos, Dios mío, qué amabilidad, qué dulzura, qué ejemplo de amor.
Eso es lo que tenemos que hacer, poco importa si han mordido antes o si nos dan la más pequeña o la más grande.
Mis semillas, que este gesto de amor esté siempre en vuestro corazón, que cuando tengáis ese pensamiento de alguien que no os lo ha dado y que está comiendo en frente de vosotros, es por una razón.
Pero no es porque no os quiere, al contrario, quiere compartir con vosotros, pero siempre para daros lo mejor.
Con todo mi amor,
Vuestra Jardinera.