🎧 Escucha el Mensaje en la voz de La Jardinera
Mis queridas semillas,
Una vez había una familia, la madre estaba preparando el almuerzo en casa, una ensalada, patatas fritas, una verdurita. Había preparado un postre también muy bueno y el padre estaba en el jardín, sentado en una hamaca leyendo el diario, esperando que los llamaran.
Mientras que el hijo estaba cerca de una charca, es decir, de un lago pequeñito que tenían en la casa, en el jardín. Pero había unas piedras que molestaban, sobre todo una muy grande, y el chico dijo, quiero cambiarla, tengo que sacarla.
La voy a sacar porque estará más bonita y así quedará mucho mejor, soy fuerte. Empezó a empujar, a empujar y no podía. Empezó a sudar, a sudar, dice: “no puedo, no pueda ser, que no pueda yo levantar esta piedra” y cogió un palo, lo puso, se rompió.
Después puso una piedra debajo de la otra, no podía levantarla, no podía y sudaba, sudaba hasta que después de una hora se tiró en el suelo y dijo “ya no puedo más, ya no puedo más, he intentado con todas mis fuerzas y no he podido, no he podido ni siquiera moverla.”
Entonces el padre se acerca y le dice: “hijo ¿qué te pasa? ¿porque estás en este estado sudando y llorando?” y dice: “no he podido mover la piedra”, “hijo, sabes que tienes mucha fuerza, y sabes que puedes hacerlo con toda la fuerza que hay”
“¡Anda!”, le dijo el hijo rabioso, “encima tú te ríes de mí, ¿no has visto que ni siquiera se ha movido? ¿Por qué te ríes?, eso no lo acepto, ¡me estás tomando el pelo! He pasado tanto tiempo y no he podido moverla, no he hecho nada y he puesto mi interés, mis fuerzas, ¡todo!.”
Estaba negro, rabioso.
Entonces el padre le dice “¿has visto donde yo estaba?” “Ah, sí, en la hamaca.”
“Bien, ¿has pensado que podías pedirme ayuda?” y de pronto lo mira, “¿Si?, si me hubieras pedido ayuda con gusto lo hubiera hecho y con mucho placer, eres sangre de mi sangre, tu fuerza es la mía y mi fuerza es la tuya. A dos hubiéramos movido la piedra y la montaña, pero has contado solo contigo y solo era imposible, pero con una ayuda se hubiese podido hacer y rápido”, el niño lo miró y comprendió y le dijo: “no volverá a pasar”, es una buena lección.
Mis semillas, muchas veces cuando somos niños y a veces mayores, nos creemos que somos los más fuertes, los más poderosos, que podemos con todo, que llegamos a todo, ¡que podemos dirigir todo!, que controlamos todo. Y encima nos queda tiempo, como las modelos, como los actores, las actrices, como las influencers.
¿Cómo haces siendo mamá, teniendo tres hijos? Vas a trabajar, vas a la televisión, eres periodista, cuidas de tus hijos, escribes un libro.
Cómo es posible que llega a todo, y yo, que estoy en casa, que hago lo mismo, no llego, ¡es que no llego! ¡No llego!
Claro, ¿Qué hacen todas esas personas? Tienen niñeras, tienen chicas de servicio, tienen abuelas, tienen abuelos, tienen profesores, tienen profesores de gimnasia privada, tienen yoga, la profesora de yoga privada, tienen un otro logo, tienen una estética, tienen masajes, tienen todo, claro que llegan a todo, llegan a todo, pero con ayuda de los demás. Y eso es lo que comprendió el niño.
Su padre le dijo, tan cerca que tenías la ayuda y no supistes verla, yo estaba a tu lado y no me llamaste. Esa ayuda es lo que siempre olvidamos. Nos creemos únicos, capaces y los mejores.
Y finalmente, necesitamos siempre ayuda de toda clase de ayuda psicológica psicológica física moral psíquica de todas y especialmente de amistad, ese amor tan infinito y tan grande que es el humano, el humano. Recordar bien, dar un abrazo mientras que seáis humanos, daros un beso mientras que seáis humanos, amaros mientras que seáis humanos, reír mientras que seáis humanos, pasarlo bien y disfrutar y dar gracias a Dios cada día porque muy pronto ni os acordaréis quien sois ni a quién parecéis, ni de dónde venís, ni a dónde vais.
Una vez hace muchos años me dijeron, “no te olvides de mandarme el ascensor” y yo me quedé paralizada porque no supe y no comprendí lo que quería decir. Era un niño de unos 28 años, o 29, y me dijo “sí, yo te he mandado el ascensor, mañana tú no olvides de devolverlo.”
Eso me dio una lección y comprendí que en la vida, hoy te ayudo yo y mañana me ayudarás tú. Y eso es lo que hay que hacer, eso es lo que hay que hacer para seguir el Camino Recto, estar en paz con uno mismo ¡y ser feliz!
Con todo mi amor,
La Jardinera.